La compañía Zona Escena repasa el legado de las culturas ancestrales de la Costa. Foto: Cortesía Zona Escena
Las figurinas de la cultura Valdivia con sus Venus voluptuosas; los caimanes trepadores del poste totémico Manteño-Huancavilca; y piezas arqueológicas con los atuendos de chamanes son algunas de las fuentes que la compañía de danza guayaquileña Zona Escena utilizó como inspiración para la creación de la obra ‘Observadores nocturnos’, que se estrenó la semana pasada en el XV Festival Internacional de Danza Fragmentos de Junio.
El Teatro Sánchez Aguilar, sede principal del festival que se extenderá hasta el próximo viernes 30 de junio de 2017, fue el escenario del estreno de la pieza, en la que los bailarines llevaban pintados motivos precolombinos en la piel y vestían túnicas con diseños geométricos e improntas zoomorfas.
‘Observadores nocturnos’ es una obra que pone en conexión a la danza, al teatro y al videomapping. La compañía repasa el acervo de las culturas ancestrales de la Costa a través de una línea argumental de ficción. “La idea es que nuestra historia sirva como punto de partida para la creación, como un determinante de la identidad. Una identidad entendida desde la danza no solo como lo folclórico y los bailes tradicionales, sino también ligada a un pasado ancestral del que a veces no tenemos referencias”, explicó Jorge Parra, director de Zona Escena.
El grupo acudió en busca de esas referencias a los museos, pero también echó mano de la investigación antropológicas y textos de publicaciones de la arqueóloga Mariela García sobre las figurinas de Valdivia. La compañía también ha indagado respecto de la etnografía de la música, junto a especialistas como el músico y luthier local Schuberth Ganchozo.
El desafío de esta pieza consistió en estructurar el discurso coreográfico concatenando aspectos de diversas piezas arqueológicas. “Como no tenemos referencias de cómo bailaban nuestros ancestros, ni cómo se comportaban a nivel dancístico, lo que nos proporciona la imagen inicial es la forma de las figurinas y de los personajes de las cerámicas”, agregó Parra, fundador y organizador del festival.
La obra comienza con un ritual chamánico, donde el líder espiritual inicia en las armas y “en los secretos del tiempo” al nuevo cacique. En la línea argumental, ese guerrero se enamora de una Venus de Valdivia, una pieza a menudo alusiva a la fertilidad, esto da paso a un ritual de la reproducción. Todo contado con los recursos del cuerpo y del movimiento, propios de la danza contemporánea.
Luego, la coreografía alude a los dos caimanes que trepan y bajan de lo alto del tótem Manteño-Huancavilca, la larga talla en madera del Museo Municipal. El ingreso y la salida de esos “dioses caimanes” a escena se produce con base en un concepto de danza aérea, antes de una lucha entre guerreros.
La pieza también representa un ritual de reducción de cabezas. El título de la obra hace referencia a hombres dedicados al estudio de la astrología entre los antiguos pobladores de la Costa de Ecuador.