Joanna Córdova se entrenó las últimas semanas en el parque Metropolitano de Quito. Foto: Pavel Calahorrano/El Comercio
Será su segunda participación mundialista. El 25 de junio, Joanna Córdova correrá los 80 kilómetros del Mundial de Cross Country de ciclismo de montaña, en Singen, Alemania.
“Hemos completado un largo proceso de preparación. Entre semana realizamos prácticas de 30 a 60 km y los fines de semana corremos 70 km. Complementamos el entrenamiento con trabajo en el gimnasio por una hora y en la preparación física, estamos con mejor masa muscular que hace un año”, añadió, la ciclista quiteña de 28 años.
El año pasado estuvo en Francia, en lo que fue su debut mundialista. “Me encontré con rivales muy fuertes, con buen manejo de la técnica. Miré que ellas utilizan la tecnología en su beneficio”.
Por ello, este año adquirió una nueva bicicleta, una Specialized, fabricada en carbón y diseñada a su medida. “Compré piezas especiales y logré bajarle de peso de 23 libras a 18. Eso nos permite ir más rápido”.
En etapa de preparación corrió la competencia Los Senderos de Cayambe, donde obtuvo el segundo lugar en categoría élite. “Ese sector se caracteriza por sus cuestas interminables”. En la Clásica de Ruta, que se realizó en la provincia de Imbabura, fue tercera.
Ella viajará con su hermano Andrés, quien la ayuda con los abastos. “El año pasado se pinchó una llanta y no pude lograr una buena posición. Él también me acompaña para hacer el reconocimiento de la ruta”.
Viajará a Alemania el jueves, es decir 10 días antes porque el año pasado tuvo problemas para acostumbrarse al cambio de hora. Ha realizado muchos correctivos porque quiere hacer una buena carrera y disfrutar de la oportunidad de competir con las mejores ciclistas del mundo.
Otro de los aspectos que cuida es la alimentación. “Una dieta rica en carbohidratos y proteínas. Consumo avena, granola, miel de abeja, galletas, crema de maní, productos que proveen de energía y que me ayudan durante los entrenamientos y competencias”.
Córdova incursionó en la actividad deportiva cuando tenía 18 años. Lo hizo en el deporte aventura, junto con sus compañeros del Liceo del Valle. En la Universidad San Francisco, cuando ingresó a estudiar Ingeniería de Alimentos, conoció a Gonzalo Calisto y con él formó el equipo Teraventura. Por tres años consecutivos participó en estos torneos extremos, pero nunca terminó de sentirse a gusto.
Hace cuatro años escogió el ciclismo y desde entonces no ha dejado de pedalear. “Es un deporte duro, me hace sentir libre, disfruto mucho de la naturaleza, me ha permitido conocer muchos lugares y hacer amigos”.
Ha logrado medallas en las carreras de resistencia más importantes que se realizan en el país como la Vuelta al Cotopaxi, el Tour Montaña Illinizas de 80 km, y las clásicas de ruta en las diferentes provincias.
Su participación internacional se facilitó gracias al auspicio de Schullo, que le entrega productos que los consume durante las pruebas, “porque son saludables y orgánicos”.