Carlos O.
Víctima de la inseguridad
El domingo pasado llegué a la terminal terrestre de Guayaquil para visitar a uno de mis hijos que vive aquí. Como no conozco bien la ciudad, en vez de coger un bus preferí buscar un taxi, pero fuera de la parada de taxis, porque ahí me cobraban mucho por la carrera hasta donde iba.
Afuera cogí un taxi amarillo algo viejo. Me habían dicho que no cogiera cualquier carro, que era mejor que me embarcara en un taxi formal. Por eso lo hice así, me pareció que el carro era formal.
Cuando me embarqué le indiqué al taxista la dirección. En ese momento me empezó a preguntar que por dónde quería ir. Me dijo un montón de calles. Ahora sé que me preguntaba todo eso para saber si conocía la ciudad.
Me pareció extraño que unos cinco minutos después de que se puso en movimiento, empezó a mandar y recibir mensajes constantemente. Además, me preguntaba de dónde era y a quién venía a visitar en Guayaquil.
Cuando pasábamos por debajo de un paso desnivel, este señor bajó la velocidad del carro y se metió por un callejón. Pensé que estaba acortando camino. En ese instante se nos cruzó otro vehículo, era un carro pequeño color blanco. De adentro salieron dos personas, un flaco melenudo y otro de raza negra que usaba una gorra. Uno de ellos, el flaco, sacó un arma de atrás del pantalón y con gritos me obligaron a pasarme al asiento de atrás del taxi.
Me robaron los documentos y unos USD 250 que llevaba en efectivo. También me exigían que les dijera dónde vive mi hijo, supongo que para robarle.
Yo les di otra dirección, y como no daban, meamenazaron que me iban a matar. Estuvimos como dos horas dando vueltas, hasta que se cansaron.
Me dejaron botado por un sector que luego me dijeron era la cooperativa Sergio Toral. Unas personas me ayudaron a llamar a mis familiares y con ellos me fui después a poner la denuncia.
La próxima vez voy a pedir a mis familiares que me recojan en la terminal, porque ahora me da miedo tomar taxis en Guayaquil.