‘La inteligencia de la mujer es insondable’ (Anita Flores, 2006), y como dice el refrán, ‘no hay que ofenderlas ni con el pétalo de una rosa’. En matrimonio se organiza la vida, y por ello hay que celebrar las uniones entre personas maduras, que se proyectan, que se conocen bien, hasta en sus manejos financieros, antes de entregarse.
Un hogar donde amen juntos muchas cosas, donde los hijos sean lo más importante, donde se los motive, aliente, y con paciencia se los proyecte para la vida, y donde luego, tras quedar solos, las ilusiones sigan perviviendo, los sueños se consoliden y juntos vayan envejeciendo, cuidándose, protegiéndose, haciendo más grande y solidaria la sociedad. Oda a la madre, a la esposa, a la hija, a la hermana y a la amiga sincera que es como hermana. Hay que decir, si a su compañía, a su candor, a su abnegación, sentido común, sensibilidad, fortaleza y templanza. Los hombres dan el amor que de niños recibieron, y su corazón puede ensancharse gracias a la inteligente y tierna mujer.