Elena Mallakta llora por la perdida de sus sembríos tras las lluvias e inundaciones en Orellana que afectaron a más de 30 familias. Foto: Paúl Rivas/ EL COMERCIO.
Agua de lluvia y del río Napo son las fuentes de este líquido vital para las familias que habitan en la zona rural del cantón Loreto, en la amazónica provincia de Orellana. Pero desde el pasado viernes 6 de enero del 2017 no pueden utilizarla tras las intensas lluvias que inundaron una comunidad y algunos barrios pequeños.
“El agua se llevó todos los tanques, el maíz y los pollos; casi llega hasta la casa” recuerda Carlos Aguinda, quien habita, desde hace más de 50 años, en la comunidad kichwa de Tarapunta, la más afectada de la zona. Allí 17 de las 32 familias que habitan en el sitio fueron evacuadas.
Este pequeño poblado se inundó con hasta dos metros de agua, lluvia que aumentó el caudal de tres riachuelos que rodean el lugar, y por la creciente del río Napo. Una densa agua lodosa cubrió cultivos de maíz, yuca, café y verde. También se perdieron animales domésticos y todo lo que estaba en el interior de la escuela de la comunidad, donde asisten 20 niños.
Los objetos que se encontraban dentro de una escuela también fueron destruidos por las inundaciones en Orellana. Foto: Paúl Rivas/ EL COMERCIO.
Desde el mediodía de este lunes 9 de enero del 2017, todos los comuneros de Tarapunta se reunieron para hacer una minga y limpiar su casa comunal y la escuela. Sacaron al patio, aún con lodo, pupitres, escritorios, cuadernos y un par de pizarrones que quedaron inservibles.
Corina Guinda, expresidenta de la comunidad y dirigente de una asociación de mujeres tramita la ayuda hacia su gente con las autoridades. El sábado pasado, cuando se inundó todo, dice que hasta los residuos de una planta petrolera que está cerca del lugar parecían haberse mezclado con el agua. El camino a la comunidad desapareció y solo se podía ingresar en canoa.
“Durante una noche muchos no pudieron salir, se quedaron en sus casas. Luego nos fuimos a un albergue, pero seguimos sin agua y no hay ni tanques para coger la lluvia”. A muchos también les preocupa los cultivos que perdieron, casi seis meses de trabajo y sustento. “Es la primera vez que nos pasa esto, la gente estaba muy asustada”.
Veronica Tapui, del sector de Verdeyacu en la parroquia Puerto Murialdo y cercana a Turupunta también vio perder dos hectáreas de cultivos de maíz, yuca y cacao de su propiedad. También perdió aves. “El viernes llovió noche y día. Ya teníamos recogido el maíz y el agua se llevó todo”.
Las inundaciones provocadas por las lluvias durante el fin de semana afectaron afectaron sembrios, casas y una escuela. Foto: Paúl Rivas/ EL COMERCIO.
Más adentro de Turupunta, en la casa de Elena Mallakta a quien todos conocen como la abuelita, también quedan rezagos del agua y del lodo. Ella, quien solo habla kichwa, lloraba al ver el cultivo de maíz que pudo rescatar antes que el agua afecte lo demás.
Pero las lluvias dejaron de caer desde hoy en varias partes de esta provincia en donde se adecuaron tres refugios en total para atender a 200 personas afectadas por las inundaciones: Uno en Centro Huino, cerca de Turupunta, otro en el cantón Francisco de Orellana y el tercero en Joya de los Sachas.
Según Colón Moya, gobernador de Orellana y presidente del Comité de Operaciones de Emergencia provincial, la ayuda ya se tramita para todas estas familias. Durante la mañana de hoy, por ejemplo, se entregaron kits de aseo, alimentación y colchones.
“Desde hace 25 años que no hemos vivido una emergencia como estas, pero lo hemos podido solventar sin ningún contratiempo porque trabajamos en forma mancomunada”.