Bryan Cranston es el protagonista de la cinta; el actor saltó a la fama con su papel en ‘Breaking Bad’. Foto: mongrelmedia.com
El director Brad Furman construye ‘El infiltrado’, el quinto largometraje de su carrera, alrededor de dos elementos: una historia real y un complejo escenario delictivo.
La historia pertenece Robert Mazur, esposo y padre de familia y un agente federal de los Estados Unidos que actuó contra el crimen organizado durante casi 30 años. El escenario es una compleja y bien blindada red delictiva en la que participan capos del narcotráfico, banqueros corruptos y audaces mediadores.
A partir de las memorias del propio Mazur, la guionista debutante Ellen Sue Brown trazó una potente historia de acción e intriga que regresa en el tiempo hasta los años 80, cuando el agente Mazur propone dejar de seguir el ‘producto’ para dedicarse a rastrear el dinero proveniente del tráfico de drogas.
Entonces aparece Bryan Cranston, un hombre que le ha dedicado la mitad de sus 60 años a la actuación y que asume el papel de Mazur, para ofrecer un trabajo impecable, en la construcción de un personaje que asume una doble identidad.
En la cinta, Mazur es un amante esposo y un cariñoso padre que está a punto de jubilarse para dedicarse por completo a su familia y compensar los sacrificios impuestos por su trabajo.
Pero sus planes quedarán postergados cuando descubre la forma de penetrar una de las más grandes redes de narcotráfico y acepta trabajar como un agente encubierto. Para lograrlo, decide crear un personaje lo más cercano posible a su propia personalidad y antecedentes y adopta la identidad de Robert Mussela para hacerse pasar como un hombre de negocios dedicado al lavado de dinero.
Frente a la cámara, el personaje de Cranston adapta su apariencia y actitud de agente federal al de un hombre rodeado de lujos y comodidades. La única debilidad es su decencia, que lo empuja a una serie de situaciones que ponen en riesgo la operación. El juego de doble personalidad es tan convincente que Cranston hace del espectador un cómplice más en su engaño.
La intriga que rodea la mentira de Cranston se apoya en la interpretación de John Leguizamo y Diane Kruger que aparecen como socios y en el trabajo de Yul Vázquez y Benjamin Bratt, como unos peligrosos socios del cartel de Medellín.