El fotógrafo Carlos Noriega busca eliminar el estereotipo que hace creer que la sensualidad es exclusiva de determinada edad. Foto: Patricio Terán/EL COMERCIO
Relajarse y dejarse llevar. Esos son los requisitos que un hombre o mujer necesita para someterse a una sesión de fotografía erótica. Ese tipo de fotografía apareció en el siglo XIX pero ahora Quito cuenta con profesionales que ofrecen a las parejas, aunque sin por ello descartar las sesiones individuales, asesoría para construir un catálogo íntimo.
¿En qué consiste? Carlos Noriega, fotógrafo, dice que la fotografía erótica busca mostrar un cuerpo sensual y elegante, pero alejado de excesos y escenas explícitas.
En sus producciones, los modelos, que pueden ser personas de todas las edades (a partir de los 18 años), utilizan una mínima cantidad de prendas de vestir o simplemente posan en lencería. Esta última opción es la preferida por las mujeres. Algunas, incluso, prescinden del sujetador.
El fotógrafo Carlos Noriega busca eliminar el estereotipo que hace creer que la sensualidad es exclusiva de determinada edad. Foto: Patricio Terán/EL COMERCIO
Noriega se inclinó por esta rama de la fotografía desde hace un año. Por su lente han pasado su novia, hombres y mujeres de hasta 40 años; pero su sueño, dice, es retratar a gente de más edad, pues considera que todos los seres humanos poseen una dosis de sensualidad.
“Quiero eliminar ese estereotipo que nos hace creer que alguien es sensual solo cuando tiene una determinada edad o unas determinadas medidas”.
Para garantizar ese toque tan deseado de sensualidad en sus instantáneas, cuenta Johanna Pisco, su asistente y novia, utilizan diversos recursos: atuendo, maquillaje, música. Así también relajan al cliente y obtienen su mejor versión.
Pisco afirma que al inicio es difícil posar para la cámara, pero que con el paso del tiempo los ‘modelos’ terminan disfrutando de la experiencia. La clave del éxito, sin embargo, es que la persona asista a la producción de fotos por voluntad propia para que el trabajo fluya, pues una sesión puede durar hasta ocho horas.
El fotógrafo Carlos Noriega busca eliminar el estereotipo que hace creer que la sensualidad es exclusiva de determinada edad. Foto: Patricio Terán/EL COMERCIO
Una de las ventajas de ese estilo de fotografía es que permite que el fotógrafo y cliente den rienda suelta a su imaginación. El participante puede sugerir escenarios, ropa, posturas.
En el mundo, las locaciones favoritas son aquellas que salen de la cotidianidad: un bosque, castillos, casas antiguas; en el país, en cambio, los clientes prefieren posar en la comodidad del hogar porque, según Noriega, porque “aún les afecta las opiniones del resto de personas” y por eso evitan modelar en un lugar abierto.
Desde la experiencia de Pisco, las personas participan en esas producciones para salir de la rutina, para regalar una instantánea a la pareja o para cumplir con una fantasía.
El costo de una sesión de fotos oscila entre USD 200 y 300. En el país existen profesionales que ofrecen, con una tarifa adicional, maquilladora y asesora de imagen.