Joanna Córdova se entrena en tres jornadas diarias para el certamen de fin de mes. Foto: Pavel Calahorrano / EL COMERCIO
Dice que tiene 27 años, pero parece de 15. Mide 1,51 metros y pesa 43 kg. Pero su estampa engaña porque es una mujer que vence distancias y montañas. “Estamos en la parte final de nuestra preparación para el Mundial”, dice Joanna Córdova.
En efecto, la pedalista será la única ecuatoriana en asistir al Mundial de Ciclismo de Montaña que se efectuará el 26 de junio en Laissac, en Francia. “He visto que se trata de una región muy montañosa. Será mi primer Mundial y quiero estar entre las 10 primeras”.
Cuando tenía 18 años incursionó en la actividad deportiva. Escogió el deporte aventura, y con sus compañeros del Liceo del Valle, Santiago Canala y Nicolás Arellano, participó en el Geo Challenge. En su segundo año de práctica ya logró el primer lugar.
Cuando ingresó a estudiar Ingeniería de Alimentos, le tocó dividir su tiempo entre las clases y los entrenamientos. Le daba prioridad a su formación académica, pero en los últimos años, el deporte ha copado su atención.
En la Universidad San Francisco conoció a Gonzalo Calisto y con él formó el equipo Teraventura. Por tres años consecutivos participó en estos torneos extremos, sin embargo, eran las competencias de ciclismo las que más le atraían.
El año pasado tomó la decisión de no participar más en los eventos de deporte aventura y entrenarse solo para las competencias de ciclismo. “Es un deporte duro, pero me hace sentir libre, disfruto mucho de la naturaleza y me ha permitido conocer muchos lugares”.
En el 2015 fue a Chile, donde llegó en segundo lugar en el torneo clasificatorio al Mundial de Maratón. Ese puesto le entregó el cupo a la cita máxima del ciclismo de montaña donde deberá cubrir 70 km por chaquiñanes y senderos. Subidas y bajadas, lo que exige una gran preparación.
Desde enero empezó su entrenamiento. En las mañanas se entrena por tres horas pedaleando sobre su bicicleta en Quito o en el valle de Los Chillos, donde reside. En la tarde va al gimnasio pues debe mantener un equilibrio entre musculatura y la masa corporal. En la noche hace sesiones de una hora y media de rodillo con bicicleta estática. “Me ayuda para lograr fuerza, explosividad y resistencia. Con ello es más fácil realizar los cambios de ritmo en las competencias”.
Toda esta preparación física la complementa con su alimentación. “Carbohidratos, sobre todo, por el desgaste físico. Como muchas frutas y verduras, y suplementos vitamínicos”.
Ha participado en la Vuelta al Cotopaxi, donde fue tercera. En el Chimborazo Extremo quedó primero en el 2013 y el 2016. El mes pasado logró también el primer lugar en el Tour Montaña Illinizas de 80 km, donde compitió en pareja con su hermano Andrés.
“Esa carrera la tomé como preparación. Ensayé todo lo que pude en cuanto a estrategias, así como los abastos. No pensaba que íbamos a ganar, pero nos dimos cuenta que estábamos más fuertes que las otras parejas”.
Evaluó su estado físico, los suplementos alimenticios y bebidas hidratantes que llevará al Mundial, también las llantas de su bicicleta, probó el funcionamiento de las nuevas piezas que incorporó a su compañero de carreras. “Todo está bien”.
Su bicicleta es una Specialized-Works Fate, fabricada en carbón y diseñada para su medida. Tiene una sola suspensión, es decir que es rígida.