Las personas heridas y también las rescatadas de entre los escombros, en Manta, llegaron a la Base Aérea Simón Bolívar en Guayaquil. Foto: Francisco Flores / EL COMERCIO
La esperanza de encontrar sobrevivientes se desvanece conforme avanza el tiempo, luego de un desastre natural.
Ayer se cumplieron las primeras 72 horas desde que se registró del terremoto en Ecuador, el 16 de abril, a las 18:58. Ese lapso es donde más probabilidades había de localizar sobrevivientes.
Por eso, los protocolos de organismos internacionales de socorro recomiendan que la respuesta se enfoque en el rescate y la evacuación de las personas. También en identificar la magnitud del problema y las principales necesidades.
En ese período, al Ecuador llegaron alrededor de 500 rescatistas; los mejores de nueve países. Ellos conformaron equipos con el personal de Ecuador, para identificar personas con vida bajo los escombros, en Manabí.
El ministro de Defensa, Ricardo Patiño, les agradeció por la ayuda que brindaron, pero advirtió que el país “ya no necesitará rescatistas”.
Luego de las primeras 72 horas, aunque no se deja de buscar personas, la prioridad varía. Los esfuerzos se concentran en la subsistencia de los sobrevivientes y en la recuperación de cuerpos.
Pero Christian Rivera, director del COE Metropolitano de Quito, advierte que el protocolo internacional es solamente una guía. Puede variar y debe adaptarse a cada situación.
Él aseguró -luego de hacer un recorrido por Manabí– que se podría hallar personas con vida durante unos 15 días más. Esto, porque muchas de las viviendas que se destruyeron con el terremoto estaban hechas con materiales livianos, ladrillos y bloques delgados; en lugar de losas han encontrado losetas.
Según la Secretaría de Riesgos, aún hay 107 personas desaparecidas, 4 605 heridas y otras 480 fallecidas.
Patiño apuntó que en las primeras 60 horas de la emergencia el servicio de energía eléctrica casi ha sido recuperado en su totalidad (un 74%).
El Ministro de Defensa recordó que no se necesita salvoconducto para circular en el país y que las vías están abiertas, aunque no expeditas. Además, que todas las unidades de policía en el país se convierten en centros de entrega de donaciones para los damnificados.
El impacto económico
El presidente Rafael Correa consideró que, tras una primera evaluación, las pérdidas que dejó el terremoto ascienden a USD 3 000 millones, según la agencia Andes. Esto representa un 3% del PIB de Ecuador.
“Las pérdidas son multimillonarias y eso significa reconstrucción de años. Es una lucha larga, por eso invito a no desanimarnos”, dijo Correa.
En un análisis recogido por la agencia de noticias Bloomberg, Edward Glossop, economista de Capital Economics, consideró ayer que el daño podría ser mayor al anunciado por Correa. Según Glossop, puede costarle al país entre
USD 15 000 millones y 30 000 millones para reparar, basado en estimaciones de pérdidas registradas en los terremotos del 2010 en vecinos de la región, como Haití y Chile.
Walter Spurrier, director de Análisis Semanal, en cambio, consideró que la valoración de los daños depende del nivel de desarrollo de los países, por lo que es difícil hacer una comparación.
El terremoto del 2010 de Haití dejó pérdidas de 14 000 millones de dólares, más del doble de su PIB. En cambio en Chile, si bien las pérdidas sumaron 30 000 millones, estas representaron el 18% de su economía.
Una vez que se supere la emergencia y de cara a la reconstrucción, el sector productivo y la gente requerirán de créditos, dijo Spurrier.
La crisis se viene en momentos en que el Gobierno no tiene fondos y que el gasto público supera a los ingresos fiscales. “En la reconstrucción, mucho tendrán que ser líneas de crédito externo”.
Para Víctor Hugo Albán, presidente del Colegio de Economistas de Pichincha, el Banco Internacional de Reconstrucción y Desarrollo (BIRD) podría estar dispuesto a financiar, con una cantidad significativa de recursos, a plazos largos e interés blando, la reconstrucción.
Para Spurrier, el Gobierno podría estudiar un nuevo impuesto o reconsiderar su posición frente al FMI para acceder a fondos blandos.
Los proyectos que ya tienen financiamiento no se ven afectados este año, pero algunos como Yachay o la Refinería del Pacífico “deberían abandonarse”, anotó el director de Análisis Semanal.