En la E35 se contabilizaron tres parqueaderos. El costo por día es de USD 5. Foto: Galo Paguay/ EL COMERCIO
La dinámica en los parqueaderos ubicados en la parroquia de Tababela ha cambiado. Ya no son únicamente espacios de aparcamiento con algunos servicios adicionales (limpieza exprés y movilización).
Ahora sus propietarios apuestan a negocios alternos como estacionamiento de camiones, restaurantes, hospedaje y otros. Su objetivo: sobrevivir a la guerra de tarifas con el parqueadero oficial.
Hace tres años se registró el ‘boom’ comercial en esta localidad rural del Distrito Metropolitano por la llegada del Aeropuerto Mariscal Sucre y los parqueaderos alternativos fueron parte de este suceso.
En esta parroquia hay nueve estacionamientos privados. A lo largo de la E35, a la altura de la denominada línea férrea, se asentaron tres negocios de este tipo. Cerca del redondel del conector Alpachaca operan tres. Y en el interior de la parroquia están los otros tres.
En el estacionamiento del Mariscal Sucre están disponibles 1 245 puestos. En 2013, el costo para utilizar uno de estos sitios alcanzó los USD 25 por día. Un año después bajó a USD 15. Meses más tarde tuvo una nueva baja: USD 7. Al momento se mantiene ese precio por un día de estacionamiento.
Cuando en el aeropuerto se cobraban USD 25 por día, los estacionamientos alternos se llenaron de autos. Sus dueños eran pasajeros que, por ejemplo, viajan por la mañana a Guayaquil y en la noche regresan a Quito. Ellos preferían dejar en esos lugares los autos, ya que además les lavaban y les pasaban retirando de la misma terminal. En este tiempo, los precios eran convenientes. Pasaron de USD 10 a 5.
Gonzalo Vega, quien viaja constantemente a Guayaquil por motivos de trabajo, deja su vehículo en el parqueadero interno de Tababela. “Prefiero pagar USD 2 más pero estoy cerca para tomar mi carro. Ahorro tiempo”, dijo.
Ante esta realidad, la oferta de los parqueaderos se amplió a tráileres, cabezales y unidades de transporte masivo como buses y busetas escolares.
Francisco Sarzosa, del parqueadero Charito, explicó que la disminución de la tarifa oficial sí les afectó. “Tuvimos una baja importante en nuestro negocio. Por ejemplo, el mes anterior recibimos 15 automotores, tomando en cuenta que tenemos capacidad para 90. Fue una temporada baja”.
El pasado viernes, en este espacio se observaron 35 autos pequeños, cinco tráileres y dos buses escolares. Los últimos tienen una tarifa especial. “Trabajamos por contrato directo, es decir, le ponemos una tarifa fija de USD 100 mensuales. Esto nos ha ayudado a afrontar la situación económica y la mala racha”, explicó Sarzosa.
El parqueadero Landetrans también cuenta con negocios alternos. Aparte del estacionamiento hay una gasolinera, un minimercado con artesanías, alimentos y más.
Otra implementación fue un cajero automático, ya que la entidad bancaria más cercana está a más de 5 kilómetros. Y lo nuevo será un restaurante y un hostal, el primero abrirá en un par de semanas mientras que el lugar para hospedaje estará listo en un año.
Para Eliécer Gavilanes, administrador, pese a la crisis por la baja del precio oficial en los parqueaderos internos de la terminal aérea, el impacto ha sido en parte amortiguado por la apertura de la gasolinera y el minimercado. “Nuestros clientes son fieles porque conocen nuestro trabajo. Pero, siempre hay que apostarle a algo más, por lo que tendremos hospedaje”, dijo Gavilanes.
Más tarifas en el M. Sucre
En el aeropuerto hay otras tarifas para los usuarios del parqueaderos por horas. El precio a cancelar por una hora es de USD 2. De dos a cinco horas es de 1,50.
Su ocupación es proporcional a la temporada de tráfico de pasajeros. Según Quiport, los meses más altos de tráfico de personas son julio, agosto y diciembre, por lo que los estacionamientos lucen llenos y el movimiento es intenso. El promedio de uso es de 70 000 automotores.
En contexto
La llegada del aeropuerto a la parroquia rural de Tababela trajo consigo cambios principalmente en el comercio de la zona. Nuevos negocios se asentaron para mejorar la estadía de los viajeros. El reto de los comerciantes: brindar más opciones a sus clientes.