Cristina Rodas nació en 1967. Estudió actuación en la Escuela de Teatro de la Facultad de Artes de la Universidad Central y desde hace 10 años está al frente de El Teatro. Foto: Paúl Rivas/EL COMERCIO
La vida de Cristina Rodas siempre ha girado entre escenarios y camerinos. Minutos antes de esta entrevista, sus párpados están coloreados de azul, sus labios de un rojo carmesí y su cabello recogido en un extraño moño. Rodas se alista para caracterizar a uno de los personajes de ‘Aló. ¿Aló?’, la obra con la que se inaugurará la temporada de celebraciones por los 10 años de El Teatro, del CCI.
¿Cuán complicado ha sido mantener esta sala abierta durante 10 años?
Mantener esta sala abierta ha sido muy complicado. Este es el resultado de mucha perseverancia y amor al oficio. Siempre digo que tener un teatro es una actividad absolutamente vocacional. Si alguien piensa que este es un buen negocio, se equivocó; nosotros con las justas sobrevivimos, porque tenemos la política de pagar sueldos a los actores.
¿Qué significan para usted estos 10 años?
Para mí es algo increíble, porque cada año que pasaba me decía ‘tenemos que seguir adelante’, ‘tenemos que aguantar un año más’. Ahora que cumplimos 10 años me digo tenemos que llegar a cumplir otros 10 años más. Personalmente es un logro, porque siempre fui inconstante en muchas cosas pero con este proyecto me he mantenido.
¿Qué fue lo más duro de los inicios de El Teatro?
Al inicio vivimos muchas cosas adversas. Recuerdo que sufrimos una persecución por parte del Municipio. No sé por qué creían que éramos evasores de impuestos, pero a veces nos ponían hasta tres inspectores por función.
¿Por qué se decidió que este sea un espacio exclusivo para la comedia?
Cuando empezamos, me enfrenté al tema de qué tipo de obras hacer. No dejé que prevalecieran mis gustos teatrales sino lo que sabía que nos iba a permitir vivir, así que nos decidimos por comedias. Eso generó un poco de adversidades en el gremio teatral. Muchos de mis amigos de la época de la Escuela de Teatro de la Universidad Central comentaban que hacer teatro en un centro comercial significaba venderse.
¿Cómo fue la aceptación del público?
Desde el principio, el público respondió muy bien, sobre todo con las comedias. Eso a veces me ha frustrado pero no he tenido más remedio que seguir haciéndolo. Desde este año nos hemos planteado hacer otro tipo de obras, no necesariamente dramas o tragedias pero sí piezas más serias. Mantener El Teatro ha sido todo un proceso, lo mismo creo que va a suceder con el hecho de que las personas acepten nuestras nuevas propuestas.
¿Cuántas obras se han presentado en estos 10 años en la sala?
Hemos presentado 124 obras, entre infantiles e internacionales, de las cuales he participado en 12.
De estas 12 interpretaciones, ¿cuál ha sido la más compleja?
El personaje más intenso, emocionalmente, fue el de ‘La peor cantata de la historia’. En esa obra interpreté a Florence Foster Jenkis, una mujer que estaba convencida de que cantaba muy bien, pero la verdad es que lo hacía pésimo. La exigencia fue muy grande, porque tuve que aprender canto lírico, además mi cuerpo tenía que ir transformándose porque la historia iniciaba cuando ella tenía 50 años y terminaba a sus 75.
¿Cuáles son los proyectos que tiene El Teatro para este año?
Este año vamos a estrenar algunas obras que ya van a tener un cambio es su propuesta. Por ejemplo, ‘Aló. ¿Aló?’, que vamos a estrenar en febrero, es una crítica al uso y al abuso de los celulares. La obra tiene cuatro personajes que viven a través del teléfono. La novedad es que vamos a incluir ‘mapping’ en el escenario. Una de las cosas importantes que sucederá este año es que, por primera vez, las obras de El Teatro se van a presentar en Guayaquil. Vamos a realizar funciones en la sala grande del Centro de Arte.