La Cantera se habilitó en el 2006, tras el cierre de las casas de tolerancia de la 24 de Mayo, allá por el año 2001. Foto: Julio Estrella / EL COMERCIO
La reubicación temporal de las trabajadoras sexuales del Centro Histórico hace que, nuevamente, se vuelva la mirada hacia La Cantera. Esta es la apuesta de las autoridades municipales, por lo menos, para los próximos 10 meses.
El argumento para decidirse por este lugar es que ya hay una infraestructura. El sitio fue habilitado en el 2006, tras el cierre de las casas de tolerancia de la avenida 24 de Mayo, en el 2001. Además, la semana pasada, Joffre Echeverría, administrador de la Zona Centro, admitió que ya se pusieron cámaras y se habló con el Ministerio del Interior para abrir una Unidad de Policía Comunitaria (UPC).
También, dijo, que la accesibilidad está solucionada con una línea de transporte urbano La Tola-San Roque (recientemente en operación) y que se adecentaron los parques.
A fines del año pasado, tras protestas realizadas por trabajadoras sexuales y vecinos de barrios del Centro, el Municipio anunció que en la segunda semana de este mes se conocerá el sitio para la reubicación.
Este lugar, sin embargo, no ha terminado de consolidarse en los últimos años. Es por eso que ocasiona que vecinos y trabajadoras sexuales no estén de acuerdo con esta decisión, aunque sea temporal. Otras opciones, conocidas extraoficialmente por los habitantes del Centro, generaron protestas en La Loma, San Blas, La Tola y La Marín.
En La Cantera funcionan dos locales: La Cantera Rosa y Danubio Azul donde trabajan cerca de 25 mujeres. “No más trabajadoras sexuales junto a nuestras casas”, señala Víctor Cevallos, dirigente de San Roque, barrio donde está La Cantera. Su argumento es que la reubicación, aunque temporal, afectará a los moradores de La Libertad, Las Canteras, La Ermita y El Placer por el entorno que tiene esa labor. Y, además, funcionan instituciones educativas como los colegios Darío Guevara y González Suárez; escuelas Chile y Rosa Zárate; y el Jardín Ana Paredes de Alfaro.
Las trabajadoras sexuales también tienen sus reparos. “No iremos a La Cantera ni siquiera por un día”, admitió Nely Hernández, dirigente de la Asociación de la Plaza de Santo Domingo. Desde octubre, estas mujeres exigen “una reubicación digna”. Solo así dejarían los actuales sitios en los cuales laboran: bulevar 24 de Mayo (65 mujeres), Plaza del Teatro (260) y esquina de la plaza de Santo Domingo (48).
Hace una semana (8 de enero) las trabajadoras del Centro Histórico, al no encontrar alternativas que se pueden concretar, anunciaron que se mantendrán en las calles hasta viabilizar el proyecto que presentaron al Municipio: quedarse en el bulevar 24 de Mayo. Incluso plantean reglas para que sus asociadas utilicen más prendas y, a la hora de salida de los colegios, retirarse del sitio y llevar una convivencia pacífica con los vecinos.
El exalcalde Paco Moncayo, en cuya administración se planteó La Cantera, dijo que el proyecto no terminó de consolidarse por el cambio de administración. No dejó de mencionar que “este es un problema muy complejo, que hay intereses perversos detrás del negocio de trata de blancas, la ilegalidad para hacer fracasar los proyectos y si no hay liderazgo y si el Alcalde no se apropia de este problema habrá fracasado”.
Hay otro factor adicional. Jorge Valverde, ingeniero geotécnico y profesor de la Escuela Politécnica Nacional, recordó que La Cantera (que es parte de la quebrada Jerusalén) tiene tres problemas: uno, la cantera, a pesar de ser roca, puede desprenderse si hay un sismo importante o una fuerte acumulación de agua. El segundo es que el sitio -donde ya existen construcciones- es un relleno y tiene pendientes de entre 15 y 20 metros y, tres, el margen norte de La Cantera también es un talud fuerte (de la quebrada natural).
Por lo tanto, apuntó Valverde, “esa zona es de alto riesgo, muy vulnerable”. Además el sector no tiene un buen sistema de alcantarillado. Y la lógica indicaría que “en vez de repoblar el sitio, este debería ser evacuado o limpiarse. Hay que encauzar y hacer un buen colector”, dijo el especialista.
Un argumentó más, aseguró Hernández, para “seguir en las calles, porque tengo derecho a la movilidad y a la resistencia”.
Mientras Virginia Gómez, de la Fundación Desafío (que labora en derechos sexuales y reproductivos) pidió escuchar las propuestas de las mujeres. Agregó que el Municipio tiene espacios que puede habilitar y las mujeres autogestionarlos.
No hacerlo, sostuvo Patricia Cevallos, de la Cruz Roja y de las mesas de diálogo, sería invisibilizarlas, una de las peores formas de violencia contra de las mujeres. Pidió que en este proceso de diálogos y acuerdos haya la voluntad política de no penalizar indirectamente el trabajo sexual.