El gobierno del ex mandatario colombiano Álvaro Uribe (2002-2010) tenía la estrategia de revelar información que vinculaba a los presidentes de Venezuela, Hugo Chávez, y de Ecuador, Rafael Correa, con la guerrilla de las FARC.La revista colombiana Semana hizo esta revelación en su último número, que salió a la venta el fin de semana. La publicación extrae esas conclusiones de los cables diplomáticos que la Embajada de EE.UU. en Bogotá envió al Departamento de Estado estadounidense en torno a la crisis surgida entre Bogotá, Quito y Caracas, luego del 1 de marzo del 2008.
Ese día, tropas colombianas atacaron el campamento de las FARC, en Angostura, en donde estaba el segundo líder de la guerrilla, Raúl Reyes. En el bombardeo fallecieron 26 personas, incluidos Reyes, el ecuatoriano Franklin Aisalla, y cinco estudiantes mexicanos que estaban en el campamento ilegal.
Un paquete con los contenidos de unos 9 000 despachos diplomáticos fue entregado a la revista Semana por la organización Wikileaks. Se trata de documentos secretos remitidos por las embajadas de EE.UU. en Colombia y en Venezuela, entre 1985 y el 2010.
Los detalles incluidos en los cables son, en efecto, reveladores. Uno de ellos, que fue enviado al Departamento de Estado de EE.UU. en la primera fase del desencuentro entre Bogotá y Quito, recoge las duras opiniones del entonces ministro colombiano de Defensa y actual presidente de Colombia, Juan Manuel Santos. Él autorizó que se realice la operación militar Fénix, que acabó con el guerrillero Reyes.
Y lo hizo “a sabiendas de que provocaría una crisis con el vecino país”, según refiere el cable del 5 de marzo del 2008 remitido por el embajador estadounidense de la época, William Bronwfield. En el mismo texto, Santos endilga al presidente Rafael Correa el calificativo de “hipócrita”.
Otro despacho diplomático incluye el detalle de que “el Gobierno colombiano vio en los computadores hallados en el campamento de Reyes una oportunidad para demostrar, nacional e internacionalmente, que los países vecinos albergaban a terroristas”.
Adicionalmente, un nuevo cable, del mismo año, recoge las expresiones de Santos, quien agradeció a Bronwfield “por haber compartido Inteligencia de Venezuela y de Ecuador”.
Los documentos, asimismo, reseñan que Washington excluía por completo un escenario de confrontación en las fronteras colombo-venezolana y colombo-ecuatoriana. En uno de ellos, el Embajador estadounidense señala que las posibilidades de una guerra entre Colombia y Venezuela eran “extremadamente remotas”. Esa fue la conclusión que sacó la Inteligencia de EE.UU., que monitoreó al Ejército venezolano, luego de que Chávez diera la orden de enviar 10 batallones a la frontera, en marzo del 2008.
Igualmente remotas eran las posibilidades de un conflicto en la frontera con Ecuador, conforme registran más cables. Uno de los despachos reseña que el entonces ministro de Defensa de Ecuador, Wellington Sandoval, “dijo, avergonzado, a la embajadora de Estados Unidos, Linda Jewell, que aunque la prensa de su país registró que las tropas ecuatorianas avanzaban hacia la frontera con Colombia, solo tenían un helicóptero, con capacidad para 18 soldados”. Señaló, además, “que el radar antiaéreo estaba apagado cuando los aviones colombianos bombardearon el campamento de Reyes”.