Mario Yánez, director del Museo Ecuatoriano de CC.NN, recorre el lugar. Foto: EL COMERCIO
La sentencia de los investigadores de la Universidad de Oxford fue clara: la mitad de los especímenes que reposan en las colecciones de los museos de historia natural alrededor del mundo se encuentra mal etiquetada. Ello supone, a criterio de los autores, un serio problema en los estudios de flora y fauna en la actualidad.
Si no hay información certera, tanto investigadores como público en general estarían consumiendo una serie de datos que pondrían en riesgo las referencias históricas sobre plantas, animales, rocas y demás, alguna vez descritos en los libros de ciencias.
A pesar de que la investigación publicada en Current Biology puso en alerta a los científicos, en el Ecuador la situación es distinta. Por lo menos así lo sostienen Mario Yánez, del Museo Ecuatoriano de Ciencias Naturales, y Ana Almendáriz, del Museo de Historia Natural Gustavo Orcés V. (perteneciente a la Escuela Politécnica Nacional).
De acuerdo con el estudio de Oxford, desde 1970 hasta la actualidad se han incrementado en un 50% los especímenes catalogados científicamente en todo el globo. El estudio demostró que uno de los factores que influye negativamente en el etiquetado es la falta de una completa digitalización del material bibliográfico con el que cuentan las instituciones encargadas de la conservación. Al no estar en línea, simplemente, no se pueden compartir los descubrimientos y avances.
Esa es una de las razones por las cuales Yánez apuesta por la digitalización del material descriptivo de cada uno de los especímenes que se encuentran resguardados en las instalaciones del Museo Ecuatoriano de Ciencias Naturales, ubicado en el parque La Carolina. Aquí existen colecciones que cuentan con más del 90% de su información en formato digital, grabada en los servidores de la institución.
De otras, en cambio, se han subido sus contenidos a plataformas como Fauna Web Ecuador, un proyecto de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador, en colaboración con otros centros académicos, donde se puede encontrar datos específicos sobre especímenes que ellos han catalogado en casi 40 años de trabajo de campo.
Pero su visión no es del todo compartida por Almendáriz. La institución que dirige fue la pionera, hace más de 60 años, en la creación de colecciones de este tipo. Ella cree que parte de la información sí debe estar disponible, pero tomando en cuenta que esta es patrimonio investigativo del Ecuador. Es por ello que -según cuenta- el Instituto de Ciencias Biológicas de la Escuela Politécnica no restringe el acceso a sus bases de datos, siempre y cuando sean requeridos para desarrollar proyectos de investigación.
Al margen de las divergencias, Almendáriz y Yánez explican que en las colecciones ecuatorianas no existen los problemas de etiquetado como lo sostiene Oxford.
En parte, esto sucede debido a que son relativamente jóvenes y pequeñas en comparación a la del Museo de Historia Natural de Londres que cuenta con 80 millones de especímenes y se ha construido a lo largo de más de cuatro siglos.
En Ecuador la situación también difiere por el incremento de especialistas en las últimas dos décadas. Yánez recuerda que hace 10 años, las instituciones encargadas de la conservación contaban con investigadores multiárea, es decir, un biólogo podía hacerse cargo de varias colecciones al mismo momento.
En la actualidad, tanto el Museo Ecuatoriano como el Gustavo Garcés, cuentan con secciones debidamente diferenciadas, con equipos que clasifican y actualizan constantemente todo aquello que se conserva y exhibe al público.
Las frases
“Una buena dinámica en la actualización de colecciones se la realiza con la retroalimentación de investigadores extranjeros”.
Mario Yánez. Biólogo
“Estamos tratando con descripciones de especies nuevas y esos cambios hace que tengamos que mover las colecciones”.
Ana Almendáriz. Bióloga