Concha de la Casa, directora del Centro de Documentación de Títeres de Bilbao
- Su experiencia. Es directora del Centro de Documentación del Arte de los Títeres de Bilbao y del Festival Internacional de Títeres de Bilbao. Está en Quito participando hasta el viernes de ‘Encuentros con la Rana Sabia’.
- Su punto de vista. Es imperioso que se inicie el registro documental del teatro de títeres en el Ecuador.
- La frase. “Muchas de las obras de títeres de este continente se han volcado hacia la historia de sus propios países para crear obras”
¿Cómo desde el Centro de Documentación de Títeres de Bilbao se trabaja para mantener vivos los títeres?
En Europa sinceramente se lucha por tener esta clase de espacios. Los centros de documentación no son atractivos. En el continente conocemos que hay solamente centros de este tipo en Inglaterra, Suecia, Bilbao e Italia. Nuestro centro lleva 35 años manteniendo documentación especializada en las artes escénicas. Trabajamos por cuidar de la memoria teatral no solo de España, sino del mundo. Tenemos en nuestro haber información de unas 4 000 compañías. Además, hemos elaborado publicaciones de agrupaciones específicas. Asimismo, mi intención es que los grupos registren en video todo aquello en lo que están trabajando. Así se podrán preservar obras maestras para futuras generaciones porque en teatro de títeres hay pocas escuelas. A esto se suma que la mayoría de maestros son autodidactas y tienen la posibilidad de enseñar a pocos alumnos. Hay países en los que el 80% de los titiriteros ha partido de estos maestros.
¿Cuáles han sido los grandes retos en estos años de trabajo?
Nosotros elaboramos en los años 90 un primer anuario en el que reconocíamos a toda la obra de América Latina. En aquellos momentos era mucho más difícil recolectar la información. No solo se trataba de dar a conocer lo que se venía realizando sino de mantener la evolución de las compañías. Solo de ese modo se podía ver el verdadero crecimiento de las agrupaciones. Para nosotros ese fue el primer el reto: mantener un archivo vivo.
La propuesta la hicimos en el año 82 preguntándonos quiénes son los titiriteros, dónde están y qué es lo que hacen. Nuestra intención era crear un directorio muy completo con nombres y apellidos. Porque dentro de ese mundo, hay cientos de personas que han logrado un reconocimiento local muy fuerte, pero que en otros países no se los conoce.
Luego vino otro programa. Era la visualización de la mujer. Cuando hablamos de género hablamos todo en masculino. Queríamos que se las vea a ellas. Tenemos ahora 200 titiriteras en Internet. Ellas nos cuentan la riqueza de este género porque ya no hablamos de la titiritera constructora sino de una gran cantidad de gente que es creadora, que maneja las luces, que escribe los guiones. Mujeres con una profesión mucho más amplia. Una profesión que no es ni entendida ni valorada.
¿A su criterio, América Latina aporta al escenario titiritero mundial?
Yo creo que es un tema que depende de las áreas, de los países y de los titiriteros. El teatro en sí es una actividad comprometida como proceso educativo y también como procesos político y social. Dentro del teatro, vemos compañías y demás que brindan miradas propias sobre sus territorios y naciones. En ese aspecto, en América Latina hay un intento muy grande de recuperación. En el caso de la Rana Sabia, uno sabe que ellos van buscando sus raíces. Muchas de las obras de títeres de este continente han dejado de lado las fábulas clásicas y se han volcado hacia la historia de sus propios países para crear obras e imaginarios nuevos. El lobo feroz o La caperucita roja ya no son interesantes si se las compara con las leyendas y colores de los sitios andinos o centroamericanos. Esto refleja, a su vez, la distancia existente entre lo que se hace en cada continente.
¿Cuál distancia?
Es la distancia de la falta de conocimiento. A través del teatro de títeres, Europa está conociendo la historia de América, de sus pueblos, de sus lenguas, sus canciones e, inclusive, comidas. Cada vez más, niños de todo el continente europeo saben donde estuvo tal pueblo o donde se habla tal lengua. Gracias a los títeres, a sus formas, a sus expresiones, América a mostrado un rostro que ha permanecido oculto entre las páginas de un libro de historia que nunca llegó a nuestras manos.
En Ecuador hay un problema en cuanto a las publicaciones especializadas en artes escénicas
Y lo hay en todas partes. Lo que es verdaderamente el archivo histórico es considerado muy poco. La realidad es que debes estar luchando con las administraciones y con las universidades. Muchas veces me digo cómo es posible que en los centros educativos no hayan departamentos de teatro.
¿Qué opina de la exposición de la Rana Sabia en la Pontificia Universidad Católica del Ecuador?
Me ha parecido una experiencia única para saber lo que han realizado estos maestros. Cuando en la exposición una se encuentra con tantas cosas en escena, el impacto es enorme. Se puede apreciar que los muñecos de la Rana Sabia tienen unas características muy especiales. Sus creaciones pasan el mismo filtro que el de las obras de los pintores: uno va a ver un Picasso y directamente se lo reconoce. Yo veo una foto o un muñeco de la Rana Sabia y lo reconozco. La singularidad que tienen es única. Son muñecos de trapo cuya singularidad radica en la nariz. Desconozco otra compañía que logre trabajar esto con tanta maestría. Es su sello personal. En América Latina, el sello que tienen ellos no lo tiene nadie.
Ahora bien, lo que hablaba con la directora del Centro Cultural de la PUCE es que haya un buen catálogo para que no se pierda este trabajo. La Rana Sabia pertenece tanto a América como al mundo.