Parece que está ya sobre rieles el proyecto del metro, una vez que se han superado algunos inconvenientes obvios para una obra de esta magnitud y la semana anterior se ha adjudicado al consorcio Odebrecht-Acciona el contrato para la ejecución de la segunda etapa. De acuerdo con el cronograma establecido, deberá suscribirse el documento el próximo mes.
Los personeros de la Empresa Metro Quito dieron a conocer que la adjudicación se hizo una vez que los organismos multilaterales que otorgan los créditos para este proyecto (CAF, Banco Mundial, Banco Europeo de Inversiones y BID) emitieron el certificado de “no objeción” y que se está en espera de que el consorcio adjudicatario presente las garantías de buen uso del anticipo y de cumplimiento del compromiso.
También se afirmó que se había renegociado el valor del contrato y que se había obtenido una apreciable rebaja, pero los ediles “contreras” precisaron que no hubo la tal rebaja, sino que el pago de ciertos rubros pequeños será cubierto por otras entidades.
Como está prohibido olvidar, hay que recordar que durante la anterior administración municipal y en víspera de las elecciones para renovar los organismos seccionales, el Gobierno Nacional ofreció que cubriría la mitad del valor del Metro, que inicialmente se estimó en 1 500 millones, cálculo que resultó equivocado y el costo real supera los 2 000 millones, pero el presidente Correa dispuso que solo se comprometan 750 millones. Otra oferta similar fue la de la ampliación y mejoramiento del estadio Atahualpa. Todo quedó en nada y eso que en ese entonces el tal milagro económico aún no se convertía en crisis.
Un dato que no se ha explicado aún qué repercusión tendrá es que en la Pro forma del Presupuesto del Estado para el 2016 solo consta la cantidad de 60 millones de dólares.
La construcción del Metro durará 36 meses, plazo al que hay que agregar 6 meses para pruebas, de tal manera que deberá entrar en servicio a mediados del 2019 y, según datos de la Empresa Metro Quito, cada tren tendrá 18 vagones y capacidad de 1 500 pasajeros; empleará 34 minutos en el recorrido subterráneo de 22 kilómetros entre El Labrador y Quitumbe.
Detalle interesante es que para evitar cambios posteriores de algún elemento, alteración de precios o plazos, constan cláusulas que blindan el contrato y establece instancias de fiscalización, que garanticen el cumplimiento de las condiciones originales.
Se ha advertido que la ejecución de tan compleja obra, especialmente la perforación del túnel, causará graves molestias, pese a que se utilizará tecnología de última generación, por lo que se estudian medidas para amainar los problemas y se recomienda preferir el uso de vehículos de transporte colectivo ya que se complicará más aún la congestión vehicular y, por lo tanto, debería acelerarse, en lo posible, la incorporación de los nuevos buses articulados de mayores dimensiones.