Es el último día de la semana laboral. En varios trabajos, la jornada es más corta y en algunas empresas es el único día en que se permite llevar otra ropa que no sea el uniforme.
Pero sobre todo, la gente ama el viernes porque al día siguiente (sábado) podrá dormir hasta tarde, pasar con su familia, disfrutar del tiempo libre, viajar o simplemente tener el dulce placer de no hacer nada.
De siete personas consultadas por este Diario, en la mañana de este viernes 16 de octubre, cinco creen que el viernes es el mejor día de la semana. Para dos de los entrevistados es un día igual que los demás.
Incluso en Facebook hay grupos como ‘¡Por fin viernes!’, que reúne a más de 31 600 miembros. Y todo lo que hay allí son memes sobre lo bien que es trabajar en un viernes.
Jésica Pastor es empleada en una empresa de alimentos. Para ella este día es el más relajante, llega más animada, le cuesta menos despertarse temprano y hasta su carga de trabajo se reduce porque hace solo las cosas que quedaron pendientes durante los otros días. El trabajo complicado lo dejará para el lunes. “Para mí el viernes es el mejor día y desde el martes ya espero que llegué”, dice.
Igual opinión tiene Selena Díaz. Ella trabaja en una empresa de seguridad privada. Hoy caminaba tranquila hacia su trabajo ubicado en la Av. 6 de Diciembre y Naciones Unidas. Este día solo labora hasta las 14:00, al salir puede reunirse con amigos, hacer alguna actividad o simplemente llegar a su casa temprano y disfrutar de su familia.
Solo Juan Carlos Meneses cree que este día es igual que el resto. “Para mí todos los días son bellos, desde que amanece hasta que anochece”, comenta. Su jornada laboral inicia a las 06:00 y termina a las 19:00. Él es el encargado de entregar las bicicletas del sistema BiciQuito en la estación de la Naciones Unidas y República del Salvador.
A cada usuario lo recibe con una sonrisa y si alguien saluda con un “¿cómo está?”, Juan Carlos se toma el tiempo para contestar: “Todo muy bien, very good”.
A este hombre no se le pegan las sábanas ni los lunes ni los viernes. Cada día se levanta a las 04:45 y sale de casa antes de que sus tres hijos adolescentes despierten y antes de que salga el sol. “Les doy mi bendición y les deseo un buen día, aunque no me escuchen sé que en su subconsciente lo guardan”, dice.
Así para muchos los lunes son pesados y representan una lucha para lograr abrir los ojos tras el fin de semana, para otros los viernes son muy esperados. Y para un grupo muy pequeño, de quiteños optimistas, cada día es una oportunidad para sonreír y hacer bien su trabajo.