Wilson Ortega cree que al fin encontró un puesto de trabajo estable. Desde que se graduó de bachiller en Sociales, hace cinco años en el Benito Juárez, ha tenido que pasar por varios empleos temporales.
Hasta que desde el viernes 17, él forma parte de los 90 nuevos guías penitenciarios que se incorporaron en Quito.
A la ceremonia de incorporación en la Escuela de Inteligencia Militar (este de Quito), llegó acompañado de su madre, Blanca Chinachi, su esposa, Mayra Montes, y de sus dos hijos, Anderson (5) y Erick (3 meses). Las dos mujeres lo felicitaron, pero su progenitora no ocultó su preocupación “porque corre peligro por la gente a quien va a cuidar. Que más queda porque no hay más fuentes de trabajo. Esta fue la primera oportunidad que se le presentó”.
Hace un año, Ortega intentó ingresar a la Policía Metropolitana. Sin embargo, luego de los controles médicos le negaron esa posibilidad, aduciendo que su 1,64 m de estatura no cumple con uno de los requisitos. Por eso tuvo que seguir como mensajero y ganando el sueldo básico de USD 270, que no le alcanzaba para cubrir los gastos familiares.
Esa situación le impulsó a buscar una opción como guía penitenciario, ya que su anhelo siempre fue vestir uniforme de las Fuerzas Armadas.
Aunque estaba feliz de haber terminado el curso intensivo de preparación, a Ortega también le preocupaba adónde sería asignado. Su aspiración es ser ubicado en uno de los centros de rehabilitación de Quito. Quiere evitar las ausencias prolongadas y tener que separarse de su familia.
En tanto, Miriam Valdez, de 19 años y otra de las nuevas guías, confesó que está consciente del riesgo que implicará su lugar de trabajo, pero mostró optimismo y cuenta con el apoyo de su esposo.
Desde hace seis meses, la joven hacía prácticas de docencia de música en la Escuela San Felipe Neri, de Riobamba. Tenía previsto obtener, en un año más, el título de maestra de primaria, pero ahora lo dejará pendiente para asumir de lleno sus nuevas funciones como guía penitenciaria.
La mujer insiste que “nada es fácil, pero me siento preparada para asumir esta responsabilidad”.
Durante dos meses, Valdez y Ortega, junto con sus 88 compañeros, recibieron una capacitación intensiva en la Escuela de Inteligencia Militar.
Al respecto, el jurista Farith Simon aseguró que resulta indispensable una modificación en la selección y formación de los guías, ya que se requiere de un perfil diferente. “Aunque su principal responsabilidad es la seguridad de los internos, si están suficientemente preparados pueden también contribuir al proceso de rehabilitación, que está a cargo de otros profesionales”.
Estos nuevos guardias carcelarios fueron capacitados sobre normas penitenciarias, seguridad, prevención de riesgos, manejo de incidentes y contraincidentes. Además, sobre cómo redactar documentos de recepción y salida de internos y sobre todo el respeto a los derechos humanos de los internos.
No obstante, Simon dijo que debido a la responsabilidad que asumen estos nuevos guías se requiere de una preparación a largo plazo. “Estos procesos de duraciones muy cortas suelen ayudar en algo, pero no son muy decisivos en la modificación de tácticas y desarrollo de destrezas”.
El Ministerio de Justicia, a través de la Dirección de Rehabilitación Social, inició un proceso de depuración del cuerpo de guías penitenciarios. Varios de los antiguos miembros han sido cuestionados e inculpados de presuntos actos de corrupción. De allí que se emprendió este tipo de capacitación de nuevos guías carcelarios, entre los que están Valdez y Ortega, que ahora esperan ser asignados.