El rey Felipe VI visitó a inicios de esta semana al presidente estadounidense Barack Obama en Washigton, quien apuesta por “una España unida”. FOTO: MANDEL NGAN / AFP
La batalla de la independencia de Cataluña se libra también fuera de España y el pronunciamiento que esta semana hizo el presidente Barack Obama fortalece el frente unionista de Mariano Rajoy, que antes había recibido ya el respaldo de la alemana Angela Merkel y del británico David Cameron.
El jefe del gobierno de Cataluña, Artur Mas, ha intentado desde el principio internacionalizar como un conflicto el proceso independentista que comenzó a impulsar en 2012. “Hay una batalla por ganar, que es la batalla internacional, la de los Estados”, decía el portavoz del gobierno catalán, Francesc Homs, en noviembre del 2014, tras celebrarse la consulta simbólica por la independencia en sustitución del referéndum de autodeterminación que el Tribunal Constitucional había vetado.
Artur Mas ha abierto o reforzado delegaciones del Ejecutivo catalán fuera de España, dedicadas a hacer lobby para conseguir apoyos a un referéndum de autodeterminación y a la proclamación unilateral de independencia a la que pretende llegar si las listas secesionistas obtienen en los comicios del 27 de septiembre mayoría absoluta parlamentaria.
El Ejecutivo de Rajoy, por su parte, ha apostado mucho tiempo por mantener el pulso del jefe del gobierno catalán como asunto interno de España. Pero según se han ido acercando la elecciones -y Mas ha logrado presentarlas como un plebiscito- ha desplegado a la diplomacia española por el mundo.
El futuro inmediato de un hipotético Estado independiente catalán en el marco de la comunidad internacional es una cuestión central para muchos catalanes. El apoyo a la secesión baja notablemente en los sondeos de opinión cuando se pregunta a los encuestados por una Cataluña fuera de la Unión Europea (UE). “Cataluña estará dentro de Europa y el euro”, ha repetido Artur Mas desde hace meses.
La Comisión Europea, cada vez que se pronuncia, deja claro sin embargo que una Cataluña independiente sería un tercer Estado y, como tal, tendría que solicitar su adhesión. “Si una parte de un Estado miembro deja de ser parte de ese Estado porque el territorio se convierte en un Estado independiente los Tratados ya no se le aplicarían”, volvió a decir Margaritis Schinas, portavoz del presidente del Ejecutivo comunitario.
Los pronunciamientos más importantes, por lo simbólico, han sido otros: Primero fue el de la canciller alemana, Ángela Merkel. “Hay tratados europeos que nos obligan a todos y que garantizan la integridad y la soberanía de todos los países miembros”, dijo a principios de mes en una rueda de prensa junto a Rajoy en Berlín.
“Es muy importante que se mantenga el cumplimiento de la legalidad tanto a escala nacional como a escala internacional y sobre esto no hay diferencias entre nuestras posiciones”, añadió la alemana. Después fue el primer ministro británico, David Cameron, del que el gobierno catalán esperaba otra cosa por haber pactado él mismo la celebración del referéndum de autodeterminación del año pasado en Escocia.
“Cuando parte de un Estado declara la secesión tiene que empezar a hacer cola detrás de otros países candidatos”, manifestó Cameron en Madrid. Y ahora ha sido Barack Obama, apostando en el Despacho Oval, junto al rey Felipe, por “una España fuerte y unificada”.