Se cree que de algunas víctimas no hay ni rastros debido a la fuerza de la detonación. Foto: AFP.
Una masa uniforme de metal y goma es todo lo que quedó de la motocicleta. Se encuentra en la intersección de Ratchaprasong, en medio del barrio comercial de Bangkok.
Un par de metros más lejos, se ve fuego. Es difícil distinguir qué se está incendiando. En la esquina hay un conocido santuario donde bailarinas suelen honrar en vistosos atuendos al dios hindú Brahma. Ahora, cerca del santuario de Erawan hay un cráter.
El santuario sigue iluminado, pero directamente al lado se ven cinco cadáveres cubiertos por telas blancas. Hay manchas de sangre, bolsos de mano, un saco deshilachado. Escenas de horror como en una guerra.
Una hora después de la fuerte explosión, que hizo temblar los edificios de la ciudad, el tránsito, desviado, pasa al lado de esta intersección siempre animada. La luz de varias ambulancias ilumina el cruce. Hombres y mujeres con uniforme de rescatistas se ocupan de los heridos. Dos están de rodillas en el piso e intentan revivir a un hombre con masajes en el corazón y respiración boca a boca. Aquí y allá se ven cadáveres cubiertos con telas blancas.
Se cree que de algunas víctimas no hay ni rastros debido a la fuerza de la detonación. Por un puente alto por encima de la intersección pasa el Skytrain, un tren de cercanías que cruza toda la ciudad. Los puentes peatonales permiten ver lo que sucede en la calle desde una distancia segura. Normalmente suele haber en ellos turistas, que observan desde la altura las danzas en el santuario.
Sin embargo, en medio del horror las personas se encuentran apostadas allí tomando fotos con sus móviles. Finalmente, la policía evacúa los puentes por alarmas de bomba. De repente, la metrópolis se encuentra sumida en el miedo. ¿Quién está detrás del ataque? ¿Cómo es posible que se hayan colocado bombas en un santuario al que van tantos turistas? Nadie quiere hacer especulaciones. Tailandia es un país budista, pacífico.
Las provincias más problemáticas del sur, donde separatistas musulmanes luchan por más autonomía, se encuentran a mil kilómetros. Hasta ahora, prácticamente no habían trasladado su lucha a la capital. Políticamente, la sociedad tailandesa se encuentra profundamente dividida hace años.
Hubo manifestaciones masivas en Bangkok, bloqueos, represión de manifestantes y sí, también explosiones. Sin embargo, siempre estaban dirigidas a contrincantes políticos. Pero lo de ahora es un atentado por la noche, al término de la jornada laboral, en un santuario que atrae a cientos de turistas. Desde el golpe en mayo de 2014 ejerce el poder el líder de los golpistas, Prayuth Chan-ocha.