El desfile empezó a las 09:30 de este 2 de agosto en el Parque Centenario, en la calles Lorenzo de Garaycoa y 9 de Octubre, Guayaquil. Durante su transcurso, los conductores de autos y buses se abstenían de usar el claxon. Fotos: Narcisa Rendón/El Comercio
Como cada año, el ruido es el protagonista de una manifestación que pretende disminuir la contaminación auditiva que sufren las ciudades.
La mañana de este domingo 2 de agosto del 2015, cientos de estudiantes caminaron por el centro de Guayaquil con pancartas alusivas a este problema social, como lo define el médico Francisco Plaza, coordinador de la Fundación Médica Contra el Ruido, Ambientes Contaminantes, Tabaquismo y Drogas (Fumcoratd), organización que lidera la propuesta.
Las figuras de orejas gigantes llamaron la atención de conductores y transeúntes. Mensajes como “no gritar al hablar”, “hacer silencio para escuchar al planeta” y “no pitar innecesariamente” enmudecieron por un rato las calles céntricas de la ciudad.
Las figuras de orejas gigantes llamaron la atención de conductores y transeúntes.
El desfile, que contó con el respaldo del Instituto Técnico Bolivariano y del Colegio de Médicos del Guayas, empezó a las 09:30 desde el Parque Centenario, en la calles Lorenzo de Garaycoa y 9 de Octubre. Durante su transcurso, los conductores de autos y buses se abstenían de usar el claxon.
La actividad finalizó con la presentación de murales alusivos al ruido, que serán parte de un concurso de arte bajo esta temática. La exposición se realizó en la plaza de La Merced.
El doctor Plaza explica que el ruido se genera cuando un sonido sobrepasa los 60 decibeles durante el día y los 50 decibeles durante la noche. Señala que el tránsito, las fiestas, la promoción de productos y la industria de la construcción son elementos contaminantes del medio ambiente.
Ciudades como Guayaquil, Quito y Cuenca “están intoxicadas por ruido”, señala el director de Fumcoratd. Según datos de la Organización Mundial de Salud (OMS), el ruido genera cambios sobre la conducta. Incluso hace más violentas a las personas y a la comunidad. Los efectos negativos sobre la contaminación auditiva incluye además el estrés causado por los altos sonidos.