La mañana de este viernes 3 de abril en la Terminal Terrestre de Guayaquil. Foto: EL COMERCIO
Algunos llegaron con tablas de surf y ropa ligera; otros cargaban pesados bolsos y abrigos en sus manos. Las playas de la costa y las ciudades de la Sierra son los destinos favoritos de cientos de viajeros que partieron la mañana de este viernes 3 de abril desde la Terminal Terrestre de Guayaquil, para disfrutar del feriado de Semana Santa.
Pero llegar a sus destinos demandó sacrificio. Desde antes de las 09:00, casi todas las boleterías estaban repletas. Algunas, como TransEsmeraldas, incluso dejaron de atender, momentáneamente, porque todos sus boletos habían sido vendidos desde el día anterior.
Quienes llegaron pasadas las 10:00 tuvieron que esperan en largas filas, que se extendían hasta el área de arribo, en la parte exterior de la terminal. Varias familias optaron por adaptaron asientos y camas sobre sus maletas, en los pasillos, mientras aguardaban que un familiar designado consiga los pasajes para el grupo.
Fue el caso de Ana Valero. Junto a sus dos pequeños hijos esperó por casi dos horas que su esposo compre los pasajes para viajar a Ventanas, en la provincia de Los Ríos. “Aprovechamos estos días para reunirnos con la familia”, dijo la mujer mientras intentaba tranquilizar a su pequeño, de 2 años.
La cooperativa Zaracay, que llega hasta Santo Domingo, fue una de las más demandadas. Aunque regularmente sus buses salen cada 20 minutos, esta mañana el movimiento de pasajeros fue lento debido a la gran cantidad de usuarios. “Dicen que no hay pasajes hasta las 14:00. Tendremos que esperar”, dijo Eduardo Villacrés, quien buscó en al menos cuatro cooperativas un cupo para viajar a Buena Fe, en Los Ríos, sin resultados.
El impacto del invierno, que causó derrumbes en algunas carreteras del país, incidió en el retraso de algunas frecuencias. El cierre de la vía Alóag-Santo Domingo, por un deslizamiento de tierra y rocas ocurrido el 19 de marzo pasado, obligó a varias compañías se transporte a cambiar sus rutas. Algunas vías alternas para llegar a la Sierra son Babahoyo–Quevedo–Santo Domingo y Babahoyo-Quevedo–La Maná.
Personal de la Agencia Nacional de Tránsito recorrió la terminal, como una medida de control. Miembros de la Policía Nacional y agentes de seguridad privada también vigilaron la venta de boletos al pie de cada ventanilla.
Debido a la larga espera, Sara Macías decidió aprovechar el tiempo. En medio de los gritos de reclamo por la lenta atención y los suspiros de resignación de otros usuarios, ella decidió empezar un tejido. “Es la forma de pasar el tiempo hasta que mi hijo traiga los boletos. Vamos a El Empalme (Guayas)”.
Alcanzar un pasaje en medio de este ajetreo fue un alivio para viajeros como María Muñoz. Ella llegó a las 08:30 y dos horas después tuvo un ticket de la compañía Coactur en su mano, para viajar a las playas manabitas. “Fue difícil. Hay mucha aglomeración, pero lo logré”, dijo mientras caminaba presurosa hasta el área de salidas.
Las escaleras eléctricas de la terminal, que conducen a los andenes de salida, también estaban abarrotadas. En la zona de partida los torniquetes no dejaban de sonar. Y antes de subir a los buses, los viajeros también tuvieron que aguardar en largas hileras.