Los diablos de Alangasí están listos para rememorar una tradición de medio siglo. Foto: Jenny Navarro / EL COMERCIO
Los rostros son infernales, las risas demoníacas y el tridente sobre el pavimento amedrentador. Los diablos de Alangasí están listos para rememorar una tradición de medio siglo.
Después del Viernes, aparecerán con sus cuernos y capas rojas por las calles de la parroquia del oriente de Quito, desde las 09:00, el próximo sábado 4 de abril del 2015, en la celebración de Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo.
En el segundo capítulo de la historia, los diablos surgen desde las ‘tinieblas’ y reinan. Se toman las calles de Alangasí, molestan, gritan, ríen, ofrecen dinero y ‘oro’ a quienes los ven. Su objetivo: tentar a los fieles para apoderarse de sus almas. Así lo relata Tomás Cuichán, el más antiguo de los diablos.
Cuichán, nativo de Alangasí, lleva 25 años participando en las festividades. Él es uno de los pocos que han superado el límite de permanencia en el grupo. Es decir, si una persona quiere ser un diablo lo debe hacer durante 12 años. En su caso, se extendió porque anhela difundir las tradiciones a las nuevas generaciones. “Lo hago con agrado y con el deseo de que la tradición local no muera”.
Para Cuichán, ser diablo no es cosa fácil, ya que se mezclan tres aspectos: devoción, respeto y tradición. “Las personas deben entender que lo hacemos por amor a Dios y para representar los males de la sociedad por medio del dinero, las drogas, el alcohol y demás”.
La historia no termina ahí. Los diablos ‘hacen de las suyas’ durante todo el día. Incluso, entran en la iglesia a provocar el terror en los asistentes.
Pero, apenas el sacerdote pronuncia la séptima palabra: ¡Gloria, gloria resucitó! Los 24 hombres-diablos salen despavoridos del templo. “Salimos cómo alma que lleva el diablo”, bromea Cuichán. Esto significa que el bien triunfa.
Entonces, los diablos se retiran. ¿Hacia dónde se dirigen? No se van al infierno, sino a la casa del llamado diablo mayor. Es el encargado del grupo; es decir, la persona que comanda a los diablos y les da un refrigerio por su participación.
Cada año, este honor recae en una persona diferente y se lo hace por voluntad. En estas festividades religiosas, el turno es de Byron Morales. Este joven de 18 años asumió el reto con responsabilidad. ¿La razón? Desde pequeño quiso pertenecer a los diablos y lo logró.
Hace cuatro años ingresó y cumplió su sueño. Su emoción la refleja en el cuidado que tiene por su traje. Por ejemplo, su careta fue decorada con luces, cuernos de carnero y una larga cabellera rubia. “Debemos tener respeto a nuestro traje y por supuesto a la tradición”.
Lo mismo dijeron Pavel Ayo, de 16 años, y Francisco Castro, de 49. Para estos diablos, lo importante es rescatar las costumbres heredadas por sus antepasados. A esto se suma que se apoya el arte de la parroquia, ya que las caretas son elaboradas por artesanos de la zona.
El domingo 4 de marzo, también, habrán actividades. Se hará la misa de Resurrección. Luego de esto, en el parque central se realizará el patíbulo del diablo. Aquí se quema un monigote que representa al ser de las tinieblas. Esto significa que el mal perdió la batalla y se celebra la llegada del bien.
En total en estas celebraciones participan un aproximado de 2 000 personas. Entre ellos ángeles, turbantes, verónicas y demás personajes bíblicos.
Para la parroquia, este es uno de los eventos más importantes del año, ya que se registra la llegada de un aproximado de 5 000 personas en un día. Por lo que se fortalece el turismo en la localidad.
Así que ya lo sabe, si desea pasar un feriado diferente puede optar por Alangasí y sus diablos.