Partidarios de Hugo Chávez mostraron sus respetos durante el funeral del expresidente de Venezuela en 2013. Foto: AFP.
Por doquier hay mensajes y consignas del comandante. Por doquier hay alertas de cuál colectivo ejerce el mando en el 23 de Enero, en el oeste de Caracas, pero en la entrada del Museo 4-F, donde reposan los restos de Hugo Chávez, está un sitio que es “parada obligatoria” de los fieles al presidente.
En la parroquia los colectivos levantaron la capilla “Hugo Chávez, el santo del 23 de Enero”, que está abierta las 24 horas del día, bajo la custodia de “las guardianas del comandante”, que hacen vida en los colectivos La Piedrita y Jorge Rodríguez.
Eva García, miembro del Frente Miliciano Sucre, reveló que La Piedrita tiene una réplica del mausoleo del 4-F en los bloques controlados por el grupo y que el templo “Santo Chávez” fue levantado 20 días después de la muerte del barinés, ocurrida el 5 de marzo de 2013.
“El pueblo requería un espacio para homenajear al comandante porque en el museo no permiten velas, flores ni hacer misas”, explicó García. Los actos religiosos se ofician a principios de mes, a partir de las 18:00, mientras que en una tienda espiritista venden la figura del presidente en 495 bolívares. “Chávez no es un santo; fue un ser humano, pero los milagros pueden ayudarlo a serlo”.
Elizabeth Rodríguez, otra de las “guardianas”, muestra las placas de agradecimiento de los “devotos”. Una, “por haber sanado a una mujer”, reza: “Gracias por el favor concedido”. Otra no revela cuál fue el “milagro”.
La “capilla” fue visitada ayer por quienes acudieron a rendirle honores a Chávez a “dos años de su siembra” en el M-4F. “Cada tres días le cambió el café al comandante”, dice Rodríguez, en alusión a la costumbre en el país de colocar agua a las ánimas.
Carmen Tovar llegó ayer de Calabozo, Guárico, y lloró al contar cómo Chávez le ha sanado una bursitis (inflamación de la articulación) en la pierna derecha, lo cual le permitió viajar a Caracas y participar en los actos organizados por el gobierno. “Gracias, comandante. ¡No volverán, carajo!”, gritó cuando estuvo frente al mausoleo.
El programa comenzó en la madrugada con el himno del Ejército, “Bravos de Apure”, la toma del museo por la Guardia de Honor Presidencial y la llegada de cientos de invitados y de músicos, sobre todo de música llanera y tambor, contratados para el evento.
A las 12:00 los padres de Chávez, Hugo de los Reyes Chávez y Elena Frías, y sus hermanos visitaron el lugar y ofrecieron una oración.
El comisionado presidencial de la seguridad, Freddy Bernal, destacó los tributos del barinés como político, militar y conductor de la revolución: “Hoy sé que la revolución no tendrá fin. Una mujer, de 90 años, me expresó el amor por el presidente. Y otra, una niña, me dijo que Chávez le dio comida, escuela, por lo que su legado será eterno”.
En vista de la presencia de la señora y de la niña, Bernal no cree que exista un “vacío de liderazgo”: “Ella son la mejor muestra de que el liderazgo es colectivo. Chávez se multiplicó”.
Sin embargo, un militante del PSUV, Jesús Rodríguez (habitante de El Valle), ofreció un consejo al presidente Nicolás Maduro: “Revise el entorno, por disfrazados se puede perder la revolución”.
En la plaza Bolívar de Caracas Maduro intervino en el bautizo del libro Chávez, el antiimperialista, de Luis Brito García. Allí pidió a seguidores salir a defender la Constitución si a él le pasa algo.
Luego, partió al “Cuartel de la Montaña”, donde a las 16:25, hora del fallecimiento, se detonaron 12 salvas y se hizo el homenaje en presencia de las hijas, otros familiares de Chávez y ministros.
Indígenas de Bolívar bailaron una danza alrededor del mausoleo como parte del acto interreligioso.
El “poeta del 23-E”, Jimmy Ávila, lamentó que en el “Cuartel de la Montaña” no le permitan leer su obra dedicada a la revolución y a su líder, por lo que se marchó junto con el colectivo Revolucionario Bolivariano.