En las siete comunas tsáchilas hay una capilla de la Iglesia Católica. La parroquia católica principal está en Chigüilpe. Foto: Juan Carlos Pérez / EL COMERCIO.
Con un Cristo vestido como tsáchila, esta nacionalidad busca preservar sus creencias a través del sincretismo religioso. Antes de la colonización y evangelización (1964), los tsáchilas veneraban a la diosa del río, llamada Mapia en el idioma nativo tsáfiki.
Albertina Calazacón recuerda que sus abuelos le contaban que cuando necesitaban agua para los cultivos o capturar peces ofrecían rituales a Mapia y la divinidad les concedía lo que necesitaban.
Pero cuando ingresó la religión católica, poco a poco se perdieron las tradiciones. “Dejamos perder tanto, que incluso por eso se han contaminado los ríos. Ya la naturaleza no es una divinidad y por eso no la cuidamos ni rendimos culto”, asegura Agustín Calazacón, de la comuna tsáchila Chigüilpe.
Frente a esa realidad, en esta zona se realiza una campaña para que los tsáchilas recueren a sus deidades. En la iglesia Cristo Luz del Mundo se dibujó un mural con la diosa Mapia y el dios del sol rojo Pipua. Es un paisaje donde se mezclan la religión ancestral y la católica.
En los rituales tsáchilas de purificación y sanación también se volvió a invocar a los dioses de la naturaleza para que los remedios elaborados con plantas medicinales surtan efecto en el paciente.
El ritual se inicia con el sonido de los tambores y luego con cánticos del poné, curandero en idioma tsáfiki. De esa forma se invoca a las deidades de la naturaleza. Estas bendicen al ‘vegetalista’ y los instrumentos para la curación y sanación.
José Aguavil, poné de la comuna El Poste, cuenta que hace 40 años los poné no incluían la religión occidental en sus rituales, pero desde que se ofrecieron como un atractivo turístico debieron modificar la celebración. “Las personas confían más cuando ven imágenes de santos o de Cristo”. Dice que de lo contrario piensan que son otro tipo de celebraciones.
Según Agustín Calazacón, una de las formas que encontraron los antepasados para preservar su religión fue pintarse la cabeza con achiote. El color rojo representa a Pipua, dios del sol.
“El achiote nos curó de la viruela cuando lo untamos por el cuerpo”. Pero los tsáchilas creen que este fruto fue colocado por Pipua para que la nacionalidad no desapareciera.
Albertina Calazacón explica que los antepasados, al ver que sus hermanos estaban muriendo, invocaron todos al mismo tiempo para encontrar un remedio y de la nada apareció la planta de achiote.
Cuando la congregación dominica llegó a la tierra tsáchila, sus habitantes se evangelizaron, pero nunca dejaron de pintarse la cabeza. “Tenían temor de fallecer al quitarse el achiote, y de que el dios Pipua se enojara”. Por eso la tradición no muere.
Calazacón afirma que será difícil apartarse de la religión católica. “Las nuevas generaciones creemos en Dios y eso ya
se volvió parte de nuestra identidad. Lo que buscamos es que tampoco queden de lado nuestras creencias ancestrales”.
En el caso de Agustín Calazacón, su familia es católica, pero solo asiste a misa en ocasiones especiales como un funeral, bautizos o matrimonios. En su casa, enseñó a su hija, de 23 años, a cuidar la naturaleza como una forma de honrar a los dioses tsáchilas. “No somos fanáticos de ninguna religión. Pero creemos que así como hay dioses de la naturaleza también hay un Dios supremo que nos ayuda en todo momento”.
Rosario Aguavil, de la comuna Colorados del Búa, se crió dentro de la religión católica desde que tenía 10 años. “Mi madre me hacía rezar a Dios. Para mí los dioses de la naturaleza son un mito solamente”.
El clérigo Jorge Torres, párroco de la iglesia Cristo Luz del Mundo, reflexiona que desde siempre los tsáchilas han fusionado las religiones. “El solo hecho de rezar en un idioma nativo demuestra que no son únicamente católicos sino que adaptaron el catolicismo a sus saberes ancestrales”.
El gobernador tsáchila, Javier Aguavil, señala que la religión ancestral la inculcaron los abuelos y el Consejo de Ancianos de la Nacionalidad.
A través de los más adultos, las historias sobre la valentía y milagros de los dioses de la naturaleza se han difundido en la población de las siete comunas. “No podemos dejar ninguna religión porque es en lo que creemos, pero sí podemos tener fe en las dos”.
En contexto
Según la Gobernación Tsáchila, más del 90% (2 025) de nativos pertenece a religiones occidentales, como católica, adventista, mormona, evangélica y cristiana. El resto de tsáchilas no tiene una religión definida.