Sonrientes e impecables, hay primeras damas que organizan eventos sociales, asisten a inauguraciones de obras públicas y participan en actos oficiales… Y después está Nadine Heredia, la mujer del presidente peruano, Ollanta Humala, que desde que desembarcó en la Casa de Pizarro tiene en vilo al país.
Hace poco, Perú sucumbió a una crisis de gobernabilidad cuando, en una decisión inédita, la mayoría del Congreso se abstuvo de darle su voto de confianza al nuevo -el quinto- gabinete de Humala. ¿El motivo? El apodo que recibió en los medios: “Gabinete Nadine”.
La etiqueta fue poco ingeniosa: los otros cuatro gabinetes recibieron rótulos similares y la suerte que corrieron sus respectivos primeros ministros dependió de su cercanía con la primera dama. El último de ellos, César Villanueva, abandonó su despacho en febrero con un portazo que retumbó en todo Perú. “Renuncié por la intromisión de Nadine Heredia”, dijo. O más bien denunció.
La obsesión del establishment peruano con Heredia no es nueva. Tras la llegada de Humala al poder, en julio de 2011, casi a diario algún político salió a advertir la “excesiva injerencia” de la primera dama en el Gobierno. Pero fue la alcaldesa de Lima, Susana Villarán, quien puso al desnudo el inconsciente nacional cuando, a fines de 2012, la llamó en público, sin querer, “señor presidenta”.
Siempre se supo que, como los Clinton o los Kirchner, los Humala forman un “equipo político”. Heredia cumplió un papel clave en la campaña electoral de su marido y, luego del triunfo en las urnas, se convirtió en una suerte de operadora transversal de su gobierno: ella elige a los ministros, define la agenda, recibe a empresarios, imparte instrucciones a funcionarios. De hecho, el 9 de abril Carlos Ramos Heredia fue nombrado fiscal supremo de Perú, a pesar de las críticas que se le hacen por su parentesco (primo) con Nadine Heredia.
Esa “intromisión” en asuntos que no le corresponden le valió una ráfaga de críticas. Pero como las encuestas le daban bien, con una popularidad muy por encima de cualquier otro político, incluido su marido, su exposición fue en aumento. Tanto, que el mejor y principal cuadro político del oficialismo terminó por convertirse en el pararrayos del gobierno de Humala y en su talón de Aquiles. Y la factura es cada vez más cara.
Durante meses, Heredia, de 37 años, logró caminar con la frente en alto por un filo muy delgado, hasta que las encuestas se le cayeron encima. Un último sondeo de la consultora Ipsos Perú reveló que la aprobación de la primera dama sufrió un bajón de 13 puntos y pasó de un 40% en febrero a un 27% en marzo.
El 69% de los peruanos, además, sostuvo que preferiría que Humala gobernase solo y no en forma conjunta con Heredia, porque no es una autoridad electa. La insatisfacción con el gobierno se personalizó así en la pareja presidencial y la desaprobación pasó a ser conyugal. “Nadine olvidó la racionalidad política y se dejó vencer por su afán protagónico, que la llevó a estar en el centro de prácticamente todas las tormentas políticas recientes. Se convirtió en carne para los leones”, opinó a La Nación el analista Luis Benavente de la Universidad de Lima.
Si bien Heredia descartó una y otra vez su potencial candidatura para 2016 -una movida que incluso requeriría modificar la ley electoral-, los peruanos no terminan de creerle. Y sus opositores, de temerle. ¿A quién, si no, deberían “demoler”? Humala no puede buscar la reelección inmediata porque la Constitución se lo prohíbe, y su Partido Nacionalista Peruano (PNP) solo tiene una figura de peso que podría reemplazarlo: su presidenta, Nadine.
“La sobreexposición de la primera dama fue inversamente proporcional a su popularidad”, dijo a La Nación Alfredo Torres, presidente ejecutivo de Ipsos Perú. “Pero si lograse mantener un perfil un poco más bajo -agregó-, su imagen positiva remontaría. Ella es una mujer muy política. Y, sin duda, tiene un tremendo futuro político”. Recién Nadine inició una gira por el interior del país en calidad de presidenta del PNP. Y las críticas en los medios ya comenzaron a llover…
En contexto
En una reciente entrevista, el nobel peruano Mario Vargas Llosa sostuvo que “ya es hora de que el Perú tenga una presidenta mujer”. Y según el escritor, Nadine Heredia tiene “condiciones absolutamente magníficas para serlo”. Pero ella niega que será candidata en 2016.