Las grandes cascadas del noroccidente de Pichincha provocan paz y adrenalina en igual medida. Todo depende de la manera en la que se quiera disfrutar de ellas.
A solo una hora de Quito, por la vía Calacalí-La Independencia, está un lugar al que se puede acceder en familia, ideal para el descanso y para la aventura extrema.
Los más intrépidos pueden probarse al bajar por la cascada del Rayo, con una caída de unos 50 metros, con cuerdas y al rapel. Siempre con guías.
Ese mismo sitio escondido entre poblada vegetación de clima subtropical, ubicado en el sector de Puma Sacha, es también ideal para caminar, relajarse y descansar.
Llegar a esta cascada, desde el ingreso al filo de la carretera, toma unos cinco minutos. En el sitio se han construidos senderos, puentes colgantes y miradores de madera, que le imprimen emoción a la caminata.
Hay también una pequeña piscina que se llena con el agua que baja de la montaña, de unos siete metros de largo.
Al otro lado de la carretera hay otras seis cascadas, no tan altas, pero cuyo recorrido puede ser una emocionante aventura en medio del calor y la humedad de la zona.
La Reserva Puma Sacha está en el km 49 de la vía Calacalí-La Independencia. Allí hay parqueadero, restaurante y servicio de cafetería.
Más adelante, por la misma ruta, se encuentra Mindo, un paraíso para los amantes de las orquídeas, las mariposas, las aves… y las actividades extremas. Está a poco más de hora y media de la capital en vehículo particular.
También se puede llegar en bus, en la cooperativa Flor del Valle, cuyo recorrido dura unas dos horas y media.
En esta exótica población, uno de los tantos atractivos es el Santuario de las Cascadas. En camioneta, por un sendero estrecho y de segundo orden, se arriba en unos 25 minutos. Algunos también llegan en bicicletas, aunque esto requiere de un cierto nivel físico.
Para poder presenciar las cascadas hay que pasar primero en una tarabita, desde donde se contempla gran parte de la inmensidad verde de esta zona enigmática de la provincia.
Después del viaje por los aires, la más alejada de las siete cascadas está a una hora de camino. En el sitio de ingreso hay guardias y guías, pero en días con lluvia se puede ingresar solo hasta las 16:00.
Otra alternativa para disfrutar de la fuerza del agua está en Shishink, donde hay una cascada con un acantilado en el que los mejores nadadores pueden darse el gusto de refrescarse cerca de la enorme caída de agua de 25 metros.
Shishink está a tres horas de la capital, en el km 149 de la vía Calacalí-La Independencia, en el cantón Puerto Quito. De la vía principal, en la población de Puerto Rico, se recorre por un camino lastrado durante cuatro kilómetros. Luego, al ingresar en la hostería privada, la bienvenida la da el sonido del agua.
Para llegar al río y a la cascada hay que bajar 95 gradas. El acantilado y la fuerza del agua conmueven. Los mejores nadadores, siempre con chalecos salvavidas, pueden llegar a las paredes de roca y desde allí empieza otra aventura, una especie de escalada en roca y desde el agua.
Hay también otra cascada más pequeña. Esa, según cuenta Fabián Erazo, guía del lugar, es el mejor hidromasaje del mundo.
En Shishink, en verano, se realizan también descensos por la cascada. En esta hostería también se realizan campamentos vacacionales para que los chicos puedan convivir con la naturaleza.