Un investigador va tras la pita de grupos sedentarios que pudieron habitar la zona; una pieza arqueológica es la clave. Foto: Archivo/ EL COMERCIO.
La más reciente pieza arqueológica hallada en Santo Domingo de los Tsáchilas dio lugar a que los investigadores tratasen de desentrañar si en esta provincia hubo asentamientos en la época precolombina.
El material de debate es una piedra de estructura lisa donde predomina un tallado cóncavo. Esta pieza es única en su tipo dentro de las halladas en otras expediciones. Su color es gris, pesa 20 libras, tiene 30 centímetros de largo y cinco centímetros de grosor.
También es especial porque se conserva y no se deteriora como los vestigios de barro, dice Milton Jurado. Él es docente investigador de la Universidad Tecnológica Equinoccial (UTE) extensión Santo Domingo y quien promueve desde hace 14 años la búsqueda de material arqueológico en la zona.
Según sus conclusiones, la roca denota que en el pasado grupos sedentarios la habrían utilizado durante muchos años para triturar sus alimentos. De esa manera podría haber adquirido su aspecto cóncavo.
Una de las características de estas personas era que habitaban durante muchos años en un solo lugar, para lo cual se ingeniaban formas de subsistencia. Es por eso que Jurado señala que probablemente la piedra permaneció en un solo lugar, porque debido a su peso sería dificultoso llevarla de un lado a otro.
Así, por ejemplo, se descartaría la posibilidad de que los grupos nómadas las trasladaran a los territorios por los cuales se movían.
La pieza fue encontrada en marzo del 2014 en una finca de la parroquia rural Luz de América y tendría una existencia de alrededor de 1 000 años.
No se ha determinado a qué cultura pertenece la roca, pero las investigaciones que se realizan se centran en establecer si serían de los aborígenes de Atacames, La Tolita, Jama-Coaque… Jurado la conserva para exhibirla en el proyecto denominado Rincón Histórico, que está en proceso de implementación en la UTE.
Hay otros 400 vestigios arqueológicos para dar forma a esta teoría. Todos ellos tienen entre 1 000 y 2 000 años de antigüedad. El maestro los apiló en una habitación de su casa donde les da mantenimiento para que el clima no los deteriore.
El vínculo laboral que Jurado tuvo durante años con el Museo del Banco Central le permitió desarrollar técnicas para distinguir verdaderas reliquias de réplicas. Con esos conocimientos ha realizado sus propias expediciones en las propiedades privadas donde rescató las piezas. Cuando le informan sobre la existencia de una, él analiza el terreno, lo delimita y ejecuta una excavación superficial sin pico ni pala.