Es penoso lo que sucede con el hermano país de Venezuela. Todos anhelamos que regresen la paz y el buen vivir a esa nación, cercana a la nuestra, por existir similitudes históricas, sociales, etc. y en la conquista de esa paz no es dable que escatimen esfuerzos los organismos internacionales como la OEA, pues palpar a través de las noticias esa realidad sangrienta espeluzna el alma. No es dable que sigamos silentes ante esos hechos atroces.