Aunque suene extraño y difícil de creer, el excremento humano puede servir para curar enfermedades intestinales. Un reporte de la Clínica Mayo de Jacksonville (Florida, Estados Unidos), indica que, en algunos casos, este tratamiento resulta mejor que los antibióticos.
Se trata del trasplante de microbiota fecal, que ha demostrado resultados efectivos en personas que padecen infecciones frecuentes por Clostridium difficile (ICD). Esta bacteria produce diarrea, dolor abdominal, incluso fiebre.
La doctora María Vázquez Roque, profesora asistente en gastroenterología y hepatología de la Clínica Mayo, explica que esta patología genera una alteración de la flora intestinal, específicamente de su microbioma intestinal. El microbioma está compuesto por múltiples bacterias que son benignas y que ayudan resistir infecciones. Sin embargo, ese equilibrio puede alterarse por varios factores como, por ejemplo, el exceso de antibióticos.
“Una mala dieta, pobre en fibra y rica en azúcares; los malos hábitos en la higiene, como lavado de manos no frecuente; y un estilo de vida poco saludable y sedentario son todos elementos constituyentes que pueden causar una posible disbiosis intestinal”, indica la especialista.
El tratamiento convencional consiste en el suministro de antibióticos, pero las recaídas suelen ser frecuentes. Y en algunos casos se aplican colectomías (extirpación de una parte del colon). Vázquez calcula que solo en los EE.UU. el tratamiento de este mal representa USD 1 billón al año.
De ahí surge como alternativa el trasplante fecal. El concepto es insertar heces de una persona sana en un receptor enfermo. Así se logra reconstituir la homeostasis microbiana normal.
La especialista puntualiza que esta terapia no es nueva. “Ya en el Siglo IV, en China, el médico Ge Hong describió soluciones fecales para el tratamiento de la intoxicación alimentaria y la diarrea severa; y en la dinastía Ming, del siglo 16, Li Shi Zhen utilizó solución fecal -a la que denominó ‘sopa amarilla’-, para el tratamiento de las enfermedades abdominales con diarrea severa, fiebre, dolor y vómitos”.
El procedimiento empieza con la selección de un donante. Generalmente es un familiar, al que previamente se aplican minuciosos exámenes para descartar enfermedades infecciosas como VIH, trastornos autoinmunes, uso de drogas ilícitas y otros factores que podrían afectar al receptor.
Una vez que pase las pruebas, se obtiene una muestra fresca seis horas antes del trasplante. Se la procesa en una unidad de endoscopia, se prepara al paciente como para una colonoscopia y a través del ano se introduce el colonoscopio para depositar la materia fecal en el íleon terminal y en el ciego. Luego del trasplante se hace un seguimiento por uno, tres y seis meses después.
¿Cuáles son los efectos? Un estudio publicado en The New England Journal of Medicine (2013) evidencia que el 93, 8% de los pacientes que recibió el trasplante mejoró y no reportó recaídas. 43 personas participaron en este ensayo. De quienes solo recibieron antibióticos, apenas un 30, 8% registró cura sin recaída. Mientras que otro grupo recibió, a más de antibióticos, lavados intestinales; de ellos solo un 23, 1% se curó sin recaídas.
Actualmente, indica la doctora Vázquez, el trasplante de microbiota fecal se aplica en casos de estreñimiento o constipación crónica (CC). Y desarrollan estudios clínicos como posible terapia en casos de síndrome de intestino irritable, enfermedad inflamatoria intestinal y también para la obesidad y las alteraciones metabólicas.