De 09:00 a 17:00, Cristina Elizalde acude a la Fundación Reina de Quito, en Iñaquito, en el norte de la urbe. Foto: Eduardo Terán / El Comercio
Mariela Rosero. Redactora (I) mrosero@elcomercio.com
‘Con Valentina, mi sobrina de 3 años, aprendí sobre el síndrome de Down. Ella y sus padres viven en Miami. Para la familia, al principio, fue un shock, pero luego nos dimos cuenta de que es un angelito que llegó para enseñarnos tanto. Mi hermana Cecilia estuvo en el Centro Aprendiendo a Vivir, de la Fundación Reina de Quito; brindó una charla a los padres.
Nuestro centro para pequeños con síndrome de Down es increíble. Creo que hacemos lo correcto, pues reciben estimulación desde temprana edad. Y así serán capaces de ingresar a escuelas regulares. Para mantener el lugar he conseguido, como otras compañeras, padrinos. Son amigos y familiares que se comprometen y entregan un aporte mensual.
En estos tiempos, cuando se acerca el día en que dejaré el reinado, me he sentido triste.
A veces lloro. Voy a extrañar que me inviten a barrios, en los cuales me han recibido siempre con cariño. Pero me estoy preparando. Luego de un año de ser la Reina de Quito alguien más ocupará este lugar y se acabará la fama. Hay que hacerse a un lado para que la nueva brille. Yo estaré en el Desfile de la Confraternidad, como los demás, y ella en una carroza.
Desde niña participé en ese desfile al que me llevaba mi mamá, María Elena. Me imaginaba siendo Reina. Ella me acompañó siempre, es maestra y traductora de inglés al español. Mi papá es ingeniero geólogo, trabaja en minería, en explotación de cobre. Él bromeó diciéndome: “Mi hija tiene formas creativas para ser exitosa”, cuando supo que quería participar en el concurso. Somos siete hermanos, solo tres estamos en el país.
Durante el Reinado tuve que madrugar, no solo para las entrevistas. A mi casa llegaba muy tarde. Los primeros tres meses contacté al mexicano Roberto Ruz, para pedirle autorización y usar algunos detalles de sus conferencias.
También logré gestionar el presupuesto para la campaña sobre el ‘cyberbullying’. Así como se me abrieron muchas puertas, otras se cerraron. Tuve que llamar y llamar a empresas. Pedir citas para mostrarles presentaciones en PowerPoint con el proyecto. La Cooperativa de Ahorro 29 de Octubre me ayudó. Fue mi mayor auspiciante. Me dio los USD 20 000 que necesité para visitar 50 colegios, entregar material, como pulseras de la campaña, contratar a alguien que coordinara las visitas a los planteles…
En total mis charlas sobre el ‘cyberbullying, eres lo que publicas’ llegaron a unos 20 000 chicos. Al principio sentía nervios. Luego me di cuenta qué chistes funcionaban, qué tono de voz usar. Les hablaba sobre mi experiencia, cuando estudié en el Colegio William Shakespeare. A mí también me hicieron ‘bullying’, nunca estuve en el grupo de los más populares. Siempre tuve dos amigas, ahora sé que es mejor pocos, pero verdaderos. Les contaba la historia de las chicas que se tomaron fotos en traje de baño y las subieron al Facebook y cómo, por no cuidar lo que colocan en las redes sociales, todo llegó a un sitio pornográfico.
Luego de las visitas recibía llamadas y mensajes al Face de la Fundación. Una profesora me contó que una de sus alumnas había sido extorsionada por un hombre al que le había enviado sus fotos, le dijo que le llevaría a un prostíbulo. Pero la chica alertó a tiempo.
También me ayudaron varias empresas para mi proyecto ‘De la calle a la cumbre’. Fueron 27 chicos, subimos cinco montañas en siete fines de semana.
Me entregaron comida, calentadores, chalecos… He vivido muchas cosas. En el concurso La guagua linda, una señora se me acercó. Me pidió que le ayudara a construir su casa.
En otra ocasión, una dirigente me contó que tenía USD
1 000 para una obra y le robaron. Me sentí mal por no poder hacer nada. Pero no era posible. Durante el reinado se trabaja de modo voluntario, no hay un sueldo. Ahora que guardé mi banda, que está muy viejita, buscaré trabajo.
En este año preparé mi trabajo de tesis y me gradué como arquitecta en la Universidad San Francisco de Quito.
Quiero ejercer mi profesión y luego quizá estudiar un masterado, es mi meta”.