El 17 de septiembre fue la marcha de los sindicatos contra la política laboral del Gobierno. Foto: Archivo / EL COMERCIO
El pulso entre el Gobierno y el sindicalismo se intensifica. Midieron fuerzas el 17 de septiembre y dos meses después nació la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) afín al oficialismo. Y, aunque Alianza País sostenga que superó en números a la movilización de los obreros, esta nueva central nació 10 días antes de la manifestación del miércoles.
El Frente Unitario de Trabajadores (FUT) saldrá nuevamente a las calles para continuar con las manifestaciones en contra de las políticas laborales del Régimen. El principal punto de rechazo son las enmiendas constitucionales, que pretenden unificar a los obreros del sector público bajo la Ley Orgánica de Servicio Público (Losep).
Esta vez esperan contar con un mayor apoyo. Según sus cálculos, la vez anterior 35 000 personas marcharon en la capital. La estrategia es la misma: la unidad nacional. “Porque esto ya dejó de ser solo un tema sindical, ahora es una lucha social”, explicó Pablo Serrano, presidente de la Central Confederación Ecuatoriana de Organizaciones Sindicales Libres (Ceosl).
Y, al igual que la vez anterior, la marcha será en las capitales de las provincias. La principal, en Quito, saldrá a las 16:00 desde la Caja del Seguro (IESS) hacia la plaza de San Francisco, en el Centro Histórico. Nuevamente confirmaron su participación el movimiento indígena, los maestros, los estudiantes, los médicos y otras organizaciones sociales y civiles.
El oficialismo desplegó la semana pasada una constante campaña mediática para restar fuerzas a la movilización y sumar apoyo a su evento, que fue el sábado en Guayaquil. El eslogan fue: “Todos unidos por la revolución del trabajo”.
Según Doris Soliz, secretaria de Alianza País, el oficialismo ha construido políticas totalmente favorables a los trabajadores. Y dijo que el viejo sindicalismo ha defendido más sus privilegios que los derechos laborales. El mismo presidente Rafael Correa no dio su tradicional informe sabatino para conmemorar la revuelta
obrera del 15 de noviembre de 1922, en Guayaquil.
Durante el encuentro el Mandatario entregó al bloque legislativo oficialista el paquete de reformas al Código de Trabajo, como reemplazo al proyecto de nuevo Código. El Gobierno desistió de implementar una nueva norma íntegra tras la movilización del 17 de septiembre.
Sin embargo, esa nunca fue la consigna de los trabajadores, ni del frente afín al Régimen, ni del frente detractor. Ambos mantienen dos puntos en común: la necesidad de una nueva normativa íntegra y el rechazo a las enmiendas constitucionales sobre los temas laborales.
Aunque el afán no es competir, como afirmaron los sindicalistas de oposición, cinco centrales conformaron el viernes su propia Central Unitaria de Trabajadores (CUT). Exactamente el mismo nombre que el frente afín a Alianza País.
La iniciativa fue impulsada por la Ceosl, la Confederación de Trabajadores (CTE), la Federación Nacional de Obreros de los Consejos Provinciales (Fenocopre), la Federación de Servidores Públicos (Fedesep) y la Federación de Trabajadores Municipales y Provinciales (Fetmyp).
La respaldaron otras 63 federaciones de las provincias. Pero ese día, en el Teatro Quito, no estuvieron otras sindicales tradicionales como la Unión General de Trabajadores (UGTE), la Confederación de Organizaciones Clasistas Unitaria de Trabajadores (Cedocut) o la Federación de Trabajadores Libres de Pichincha (Fetralpi). Los dos frentes nuevos concuerdan en que la conformación de una central con ese nombre es una aspiración pendiente desde hace tres décadas.
En un escenario en el que la fuerza sindical parecía recomponerse, ahora hay nuevos factores: la creación de sindicales alternas y el sentimiento de algunos grupos de que es necesaria una renovación de la dirigencia Pero, al final, los resultados de la creación de estas dos nuevas centrales homónimas se verán el 19 de noviembre en la marcha sindical.