El escritor colombiano Evelio Rosero ha escrito novelas,cuentos para adultos, niños y jóvenes, relatos breves y poesía. Foto: Jenny Navarro/ El Comercio
Redacción Cultura (I)
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Como un hombre diáfano, aunque algo distraído, el escritor Evelio Rosero Diago (Bogotá, 1948) conversa sin titubear y con gran firmeza. Sus primeras experiencias para vivir económicamente de la literatura dejaron en él un temple que va de la serenidad a la crítica frontal. Sin duda, tocar la flauta en estaciones del Metro de Barcelona o París, en los 80 no fue poca cosa para Rosero.
Ya en otras ocasiones el autor de obras mundialmente reconocidas, como ‘Los ejércitos’, había visitado Ecuador. Pero estos días la capital lo recibió para escucharlo en los coloquios de Mi libro favorito, junto al narrador ecuatoriano Santiago Páez, de la Red Metropolitana de Bibliotecas de Quito. Hoy (14 de noviembre), a las 09:00 en la Biblioteca de Llano Grande se da la última charla de este ciclo.
¿El escritor debe ser responsable, limitando su trabajo al terreno de lo social?
Yo creo en la responsabilidad de oficio. El escritor debe considerar que elabora una obra de arte literario y este implica un tratamiento formal determinado, serio, perseverante y no solo un fin de índole comercial.
Como si la coyuntura marcara el ritmo de la escritura.
Hay quienes trabajan según lo que interesa en su momento a un determinado público. Banalizan temas importantes, como ocurre con los sicarios o el secuestro. El único objetivo de muchas novelas y telenovelas que tratan este tema es comercializar esa realidad colombiana atroz.
Sin embargo, lo real también es arena literaria.
Es muy distinto elaborar una obra realmente seria y honesta donde se pueda describir o denunciar ciertas realidades, pero a través del arte literario. Uno trabaja en base a las pasiones, con los sentimientos. El escritor es un testigo de su tiempo, de ahí que su obra denuncie permanentemente lo que está instaurado, lo que ya está configurado, ya sea el punto de vista político, social o económico.
Entonces, ¿cómo describiría al escritor?
El escritor es, sobre todo, un rebelde. Para mí la escritura fue una rebelión, uno escribe porque no está de acuerdo con lo que lo rodea. Yo creo que ese es el detonante, el motor que impulsa toda literatura.
¿El placer de la lectura o el placer de escribir?
Siento placer sobre todo en la lectura. Porque elijo al autor que quiero leer y la obra que quiero releer. En especial a los clásicos, con ellos veo que el lector cambia su mirada con el paso del tiempo. He leído tres veces el Quijote y fueron tres Quijotes distintos a los 14, a los 30 y recién cumplidos los 50.
¿Y en la escritura?
Sufro. Y no creo que solo para mí, sino para todos los escritores. No solo es expansión, es un trabajo de enfrentar cada palabra. Ellas tienen un sonido, un color determinado, una música y hay que elegir la mejor. A veces duro mucho tiempo en la misma página y la repito dos, tres, 14 veces, porque nunca estoy satisfecho. Soy un autor aparentemente prolífico y, sin embargo, no es así. Sino que me he dedicado toda mi vida a escribir día por día, y no hago otra cosa. Es lo único que me comunica con el mundo.
La crítica literaria va de la mano de la difusión de la lectura, pero es esporádica.
No niego que no me interesa leer a reseñistas ni comentaristas. No por soberbia, sino que estoy seguro de mi trabajo. Pero respeto mucho la crítica literaria seria. Ahora estoy leyendo los cinco tomos de Joseph Frank sobre Dostoievski; ahí hay un análisis crítico de cada una de sus obras. Ese es el tipo de crítica que sí leo.
¿Qué le diría a un escritor en ciernes?
Desde joven me di cuenta de que necesitaba todo el día para escribir, y por eso no terminé mi carrera de Comunicación Social. Pero ahora sí recomendaría a los jóvenes que se hagan con una carrera que les permita vivir para escribir sus libros. Al principio deben leer a los clásicos, dedicarse día a día a la lectura de esa humanidad literaria que hay en Shakespeare, Dante, Homero, Goethe…
Hoja de vida
Evelio Rosero ha escrito novelas, relatos breves, cuentos para adultos, niños y jóvenes y poesía.
Entre sus novelas más reconocidas están ‘Juliana los mira’ (1986), ‘Los almuerzos’ (1999), ‘Los ejércitos’ (2006) y ‘La carroza de Bolívar’ (2012).
Ha ganado premios como el Internacional de Novela Breve (1982), Tusquets Editores de Novela (2006), Independent Foreign Fiction Prize del diario The Independent de Inglaterra (2009),y Nacional de Novela de Colombia (2014).