Sebastián en su oficina con la colección de trofeos. Abajo, en plena acción en las difíciles rutas argentinas. Foto: Galo Paguay/ EL COMERCIO
Como dirían los amigos, de cinco palabras que menciona, en cuatro se repite la palabra Dakar. Sebastián Guayasamín hasta se inventó una nueva palabra: ‘dakarización’, que la traduce en la difusión de su pasión por el rally de cross country más importante para los pilotos extremos.
El quiteño, de 34 años, hace ocho días se coronó campeón del Rally Argentino Cross Country en la categoría T2. Su hazaña es algo así como una profanación en la tierra donde la escuela argentina tiene una trayectoria importante por la calidad de pilotos, por el nivel de organización y porque en su territorio se realizan dos competencias de jerarquía internacional: una válida del Campeonato Mundial de Rallies y, nueve etapas del Rally Dakar.
“Cuando el Dakar se trasladó de África a América, sentí que el sueño se podía hacer realidad”, dice. Su fijación por el rally africano nació a la par del inicio de su historia en el mundo tuerca.
Tenía 14 años cuando quería que sus padres, Marcos e Ivonne, le regalaran una moto. El no como respuestas fue alivianado con un ‘buggy’, al que sus progenitores le tenían más confianza. “En mi familia siempre ha primado la palabras seguridad. Ellos creían que correr en un ‘buggy’ era más seguro que en una motocicleta”.
En el auto ligero ganó algunos torneos provinciales y nacionales, pero cuando cumplió 18 años tuvo que apagar su motor. Fue a estudiar en Estados Unidos y luego de cuatro años retornó al país. “Con mi primer sueldo me compré la moto que tanto quería. Me faltaron 300 dólares, dejé un cheque posfechado para que cobren con mi segundo sueldo, pero cumplí con mi sueño”.
Sació sus ganas de correr en una motocicleta, pero “empezar a los 22 años no fue lo más adecuado. No desarrollé actitudes físicas y motrices para llegar a un nivel competitivo”.
Se cambió a los cuadrones y probó por primera ocasión la adrenalina de los caminos de tierra, polvo y piedra. Corrió una Vuelta al Ecuador, ganó varios torneos provinciales hasta que en 2011, sufrió un accidente en Malchinguí. El traslado en ambulancia hasta Quito encendió otra vez las alertas en la familia, que le pidió dejar los cuadrones.
Volvió a los ‘buggys’ y volvió a ganar. Los trofeos le hicieron alimentar el sueño que todo piloto tiene pero no expresa: correr el Dakar, esa competencia que capta la atención del mundo las tres primeras semanas del año y cuyas travesías tienen a los desiertos como escenarios. Cuando llegó a América el sueño se volvió cercano y, cuando partió desde Lima, en 2012, sintió que era posible.
“Viajamos a Arequipa para vivir el mundo Dakar. Parte de nuestra planificación era conocer en qué nos estábamos metiendo. Cuando miré que los especiales de velocidad podían llegar a los 700 kilómetros, y toda la inversión que se requería, me dije que no era para mí”.
Como esos enamoramientos que se repelen en el inicio, Sebastián encontró los caminos para llegar a la partida del Dakar. Fue en enero del 2014. Llegó con un Toyota Fortuner porque la casa japonesa tiene preferencia entre los pilotos del mundo. “Un tercio participa con Toyota, y más del 50% que logra terminar el rally de 17 etapas lo hace con un Toyota”.
Se retiró luego de la cuarta etapa por un problema mecánico, y al siguiente día “comenzó la planificación para nuestra próxima participación”.
Por eso decidió correr el Rally Argentino Cross Country porque es como si aprobara un requisito indispensable antes de un nuevo Dakar y entrenarse en las rutas por donde volverá a manejar para, esta vez sí, concluir todas sus etapas.
El rally argentino estuvo compuesto por cuatro válidas. “La primera fue la más fuerte, el Desafío Ruta 40 va desde Jujuy en el norte hasta la Patagonia en el sur. Se corre en siete etapas y hasta la penúltima estábamos primeros, nos venció la falta de experiencia en correr en desiertos, en terrenos donde no podemos entrenarnos porque en Ecuador no existen”.
Sin embargo con esa actuación acumuló la mayor cantidad de puntos, los mismos que le mantuvieron en los dos primeros lugares. Luego corrió en Villa Carlos Paz, Villa Regina y Río Negro, donde conquistó el título nacional. “Al Toyota no le podíamos hacer ninguna modificación. Para el Dakar 2015 hemos decidido cambiar a un Toyota Hiluxe y pasamos a la categoría T1, donde sí vamos a realizar algunas modificaciones, queremos ganar potencia y reducir el peso”.
Una semana después de lograr ese título en Argentina aún sigue sonriente, pero el brillo de sus ojos delata que esa felicidad no solo es porque subió al podio, ese título aseguró su presencia en el Rally Dakar 2015.
En contexto
El Rally Argentino se corrió en cuatro válidas. Sus rutas y carreteras son escenarios del prestigioso Rally Dakar que se correrá cada enero. El premio que recibió Sebastián Guayasamín, por ganar en la categoría T2, es el pago de un tercio de la inscripción para el Dakar sudamericano 2015.
Hoja de vida
Sebastián Guayasamín. Nació en Quito el 1 de mayo de 1980.
Estudios. Es licenciado en Administración de Empresas por la Universidad de Wisconsin, en EE.UU. Sus actividades
profesionales están ligadas a los servicios petroleros.
Historial. Corrió en motos, ‘buggys’ y cuadrones antes de escoger el rally cross country.