Drácula, la leyenda jamás contada (se estrenará en Ecuador el viernes 17 de octubre de 2014. Foto: Wikicommons
Sin duda, la novela de Bram Stoker ha sido un gran atractivo para decenas de guionistas y directores que se han arriesgado a llevar a la pantalla grande la historia de uno de los más icónicos personajes de terror.
Así lo demuestran los más de 200 títulos de obras audiovisuales relacionados al personaje de Drácula. Drama, comedia, animación y -por supuesto- terror son los géneros que han cobijado un sinnúmero de adaptaciones, remakes y ‘reboots’ de esta clásica obra de la literatura universal. Pero también hay quienes han ido más lejos para proponer diversas historias y teorías sobre el origen del mítico personaje.
Una de estas propuestas es la que se estrena este viernes en los cines del Ecuador. Con el guión de Matt Sazama y Burk Sharpless, el director Gary Shore presenta el lado más humano de este personaje y las circunstancias que lo llevaron a convertirse en el aterrador mito. La cinta transporta al espectador a mediados del siglo XV, en Rumania, para presentar a Lord Vlad, un hombre que disfruta del cariño de su familia pero que esconde un oscuro y sanguinario pasado.
El noble soberano, que quiere dejar atrás su antigua historia, hará todo por proteger a su pueblo y a su familia cuando un monarca turco exija la entrega de 1 000 niños para acrecentar su ejército, incluyendo al hijo de Lord Vlad. En su desesperación recurre a las artes de la hechicería que lo condenan a una eterna vida de muerte y dolor. Los hechos circunstanciales que se alternan en la cinta no solo revelarán el origen del monstruo sino también de algunas de sus debilidades.
Otra de las propuestas interesantes es la que presenta el director Patrick Lussier, con el guión de Joel Soisson y Patrick Lussier, en la película ‘Drácula 2001’ (2000). Bajo la premisa de que si el verdadero mal no puede morir queda la posibilidad de contenerlo para siempre, esta cinta revive el mito de Drácula en una época bastante contemporánea.
Un nuevo siglo inicia cuando un grupo de ladrones accidentalmente liberan a Drácula que durante siglos había permanecido escondido bajo las calles de Londres. Impulsado por la venganza, el ser que reina en la oscuridad no descansará hasta encontrar a la hija de su verdugo: Van Helsing. Una visión contemporánea que más allá de su calidad interpretativa o técnica vincula el origen de Drácula con un personaje bíblico. Judas Iscariote, el hombre que bebió la sangre de Jesús y que lo traicionó por unas monedas de plata para luego morir colgado de un madero y condenarse a una oscuridad perpetua. Símbolos que bajo la lógica de la ficción terminan emparentando ambas historias.
Una de las versiones más populares es la que dirigió Francis Ford Coppola en ‘Drácula de Bram Stoker’. Una cinta que se dividió ante la crítica entre quienes defendían la fidelidad de la cinta a la obra original y los detractores que reprochaban la libre interpretación desde el guión y la dirección. Aunque Coppola se mantiene fiel a la estructura y el concepto básico de la novela de Bram Stoker no deja de llamar la atención la extravagante caracterización de sus personajes. En la cinta, Coppola sigue la historia de un joven abogado que es aprisionado por el conde Drácula. Impulsado por la imagen de la prometida del abogado, el endemoniado vampiro llega a Londres donde inicia un ritual de seducción y terror.
Tres versiones de un mismo personaje que, inspirado en la literatura, ha dejado abierta una ventana para que su figura perviva a través de decenas de representaciones con más o menos aceptación y éxito.