La clasificación de la Selección femenina ecuatoriana al repechaje del Mundial de Canadá deja una lección a las autoridades deportivas del país. Las 20 jugadoras que disputaron la Copa América, que terminó ayer, piden a gritos que se les abran más espacio en el fútbol ecuatoriano.
Y el triunfo de ayer ante Argentina (3-2) es el argumento para pedir torneos más competitivos, más inyección económica o que la Federación Ecuatoriana de Fútbol impulse torneos en esta categoría y no solo sea como una obligatoriedad que impone la FIFA.
Pero más allá de eso es el compromiso de esta actividad, nombrando comisiones específicas que se dediquen a desarrollar proyectos sostenidos y competitivos; que no sean solo de dos o tres meses como pasan en otras disciplinas. Y si es necesario hay que mirar las estructuras que aplican Brasil y Chile, países en las que las futbolistas ganan salarios que sostienen sus actividades y también a sus familias.
La Selección ecuatoriana que disputará uno de los cupos del Mundial tiene su base en el trabajo de su entrenadora Vanessa Arauz y de su grupo de colaboradores. Ellos sostuvieron su plan en Rocafuerte, club que es bicampeón nacional (2013-2014) y que aporta con ocho jugadoras. También desarrollaron una mecánica de motivación en las selecciones, lográndolas convencer de sus condiciones técnicas.
La Copa América brindó una gran oportunidad para que la sociedad ecuatoriana conozca más del fútbol femenino. Se debatió más la participación de la mujer en esta actividad. Y eso originó que asistan entre 3 000 y 4 000 personas por jornada en los distintos estadios, en la primera fase. También se dieron más espacios en los medios audiovisuales, digitales e impresos. Eso es un buen punto de partida en esta modalidad del balompié.
Ojalá que la Copa América deje una huella y haga reflexionar a los directivos que solo le apuestan al fútbol masculino.