El preparador físico argentino Alejandro Lupo, en el desayuno con su pupila Agustina Barrosos, en Loja. Foto: Xavier Caivinagua/ EL COMERCIO
Ezequiel Nicosia no pasa inadvertido por ninguna futbolista de la Selección de Argentina. Cada integrante se acerca y lo saluda con un beso en la mejilla. El técnico de la Selección albiceleste se muestra serio, pero amable al mismo tiempo.
Un rostro más amigable lo pone el preparador físico del plantel, Alejandro Lupo, quien incluso hace bromas con las jugadoras y el fotógrafo de este Diario. Él cuenta que las chicas comen de todo. El 13 de septiembre, en el desayuno, hubo frutas, pan, jugos, yogur, mermelada…
Eran las 10:00 y recién las futbolistas salían de sus habitaciones para saludar con los miembros del cuerpo técnico en el restaurante del Hotel Zamorano de Loja, tras la cena del día anterior.
Pese a que todo el grupo técnico es masculino, las mujeres se imponen en el lugar de concentración. Los varones saben que tienen sus límites y lo respetan de manera disciplinada. En donde más se marcan distancias es en los camerinos y en los lugares de alojamiento.
Nicosia tiene experiencia con equipos masculinos y por eso sabe que la diferencia con las mujeres está en el respeto y la cordialidad. Una misma palabra no es igual para uno y otro género. Por eso, “hay que cuidarse de los agravios”. Sin embargo, en el fútbol femenino “no hay que ver nada raro”.
Gustavo Cambiaggi, médico del seleccionado argentino, comparte el criterio de Nicosia en el sentido del buen trato y la paciencia para las chicas. El galeno de 63 años se considera un confidente para las jugadoras. “Cada quien es un mundo diferente y la confianza con el cuerpo técnico es vital”.
Verónica Rivero es la capitana de Paraguay. Ella es la encargada de canalizar cualquier diálogo de sus compañeras con el cuerpo técnico, tras los entrenamientos o en la concentración. “Con el entrenador y demás varones nos vemos en la cancha o en el momento de servirnos los alimentos”.
La futbolista de 27 años, quien juega en el club Foz Cataratas de Brasil, siempre tuvo a varones en la conducción técnica. Antes de un partido, por ejemplo, el técnico hace conocer la alineación titular, se da la charla técnico y quedan solo las mujeres en los camerinos.
Cuando uno de los integrantes del cuerpo técnico quiere ingresar al camerino, debe conversar con la capitana para evitar cualquier reclamo. En su criterio, “si existe un respeto mutuo entre futbolista y entrenador, el resto viene por añadidura. En los 14 años como jugadora no he visto nada raro, ni fuera de lugar”.
Oswaldo Fumeiro se mostró ayer distendido, aunque menos cercano de sus dirigidas al término del entrenamiento de Brasil en el cuartel Cabo Minacho. El resto del cuerpo técnico, todos varones, conversaban y bromaban con las futbolistas, incluso se fotografiaban.
El DT está cinco meses en el cargo y se encuentra en proceso de adaptación. “Trabajé 22 años con equipos masculinos y ahora estoy cumpliendo un sueño de ser seleccionador de Brasil con las damas”. Él compara y asegura que es grande la diferencia, pero está convencido que puede triunfar en su nuevo desafío.
Su conclusión, en el tiempo de trabajar con las damas, es que ellas ponen mayor dedicación en el aprendizaje y son más disciplinadas. Él insiste en el respeto mutuo que debe existir para evitar cualquier malentendido. “Nosotros (los varones) entramos al camerino cuando ellas están uniformadas y nos autorizan.
Respeto, entendimiento, disciplina, buen trato… Son palabras que se imponen en un grupo donde predominan las mujeres. La intimidad es respetada al máximo. Previo a los partidos se observa en la parte externa del camerino a los técnicos, preparadores físicos y asistentes, esperando la autorización para ingresar.