Redacción Quito
Está de pie en la esquina de la avs. Naciones Unidas y De los Shyris con su abrigo de lana azul. Pero para aplacar el frío que hace en la mañana no bastó ese atuendo y se colocó guantes. “Al salir de mi casa en la Mitad del Mundo, parecía que salían los rayos de sol, pero como conozco el clima de Quito, traje algo para abrigarme más”, cuenta Eugenia Riofrío, de 38 años.
A las 11:00 empieza a llover y no tiene un paraguas. Se refugia debajo de una parada de bus. A Patricia Chávez, la llovizna no le tomó de sorpresa. “Siempre llevo mi paraguas”.
Pese a que según el Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología (Inamhi) registra que junio es el inicio del verano, en esta semana se registraron aguaceros en la tarde y noche.
“No está bien definido cuánto dura la época lluviosa o la de verano en Quito. Esto se debe a los primeros brotes de los impactos del calentamiento global que azota a todo el mundo”, asegura Gonzalo Ontaneda, coordinador de estudios e investigaciones meteorológicas del Inamhi.
Las cifras recogidas en la estación Iñaquito del Inamhi determinan que las precipitaciones en Quito no se han mantenido en los parámetros normales (ver gráfico). Sobre todo, en 2008, las lluvias fueron más intensas que este año, pero no se sabe si estas continuarán en julio.
“No hago caso de las predicciones porque con Quito nunca se sabe. Vine del Oriente y es mejor prevenir”, afirma Érika Rivadeneira, quien llegó del Puyo. Ella recorre el centro comercial Quicentro con una blusa escotada, pero la combina con una bufanda y una chaqueta.
Al cruzar por las puertas de acceso, el frío la hace estremecer. Pero la seducción de detenerse frente a una vitrina la vence. Mira camisetas con mangas cortas y pequeñas faldas de verano. “Espero que pronto el sol se quede en Quito”, dice entre risas.
En lo que va de junio, según el Inamhi, la temperatura mínima fue de 8 grados centígrados y la máxima de 24°C. Esto, en términos técnicos, es normal, ya que no ha habido una “helada” , señala Ontaneda.
En los sitios comerciales, las boutiques tienden a ofrecer tanto ropa de verano como de invierno. Hay sacos de lana, blusas de manga larga y bufandas. Pero también, trajes de baño y bividís de color pastel.
Eduardo Serrano, administrador de la tienda de Chevignon en el Quicentro, asegura que sus clientes, pese al frío, compran ropa de verano esperanzados en que julio y agosto sí tengan un poco de sol.
A Gabriela Suquillo le parece mejor comprar de todo. “Las cosas de invierno bajan de precio. Adquiero prendas de verano, pero siempre llevo guardado un buso al salir de la casa”.
En el exterior del centro comercial, la mayoría de gente camina con buzos gruesos e, incluso, con pasamontañas. Es el ‘look’ de Roberto Barrionuevo, de 17 años. “Si sale el sol al mediodía, me quito lo que me acalora”.
El médico internista Pablo Herrera afirma que “Quito siempre ha tenido cambios bruscos de temperatura y eso afecta al organismo del ser humano”. Afecta a los pulmones, nariz, faringe, traquea y produce a la larga, como mínimo, una gripe.
El hecho de cambiar de atuendo, según la temperatura que haya, es algo positivo, dice el especialista. “Así las variaciones de la temperatura no van a ser muy bruscas para el organismo”.
El invierno causa daño
El período lluvioso, en Quito, según el Instituto de Meteorología e Hidrología (Inamhi) se inicia en octubre y concluye en junio. Esto según los parámetros normales. La mayor emergencia en Quito en 2008 fue el colapso del embaulado sobre el río Machángara. Además, 17 sectores fueron afectados por aluviones.
En febrero, las temperatura promedio en la ciudad osciló entre los 9 y 11 grados centígrados. La máxima fue de 18 grados.En lo que va del año se registraron tres incidentes de consideración: se taponó un colector en La Ecuatoriana; una tubería colapsó en El Garrochal, en el sur de Quito, y hubo deslaves en la av. Simón Bolívar.