Dos días después de que el presidente Correa confirmaba públicamente que Ecuador se integraría formalmente a la Alba, tras el incómodo e improcedente anuncio hecho por el presidente Chávez sobre un asunto que compete exclusivamente a nuestro país decidir y anunciar, el canciller Falconí visitaba a su colega Hillary Clinton para tratar diversos temas de la relación bilateral.
Curioso contrapunto entre una decisión que integra a nuestro país con un bloque con una orientación de izquierda nacionalista cuyos beneficios están por verse y una aproximación, quiero entender pragmática, con los EE.UU. Es decir, en menos de una semana se han producido dos hechos importantes en la definición de nuestra política exterior.
No estoy convencido de los beneficios que podamos obtener de la Alba, tal como se ha dicho. Todo lo que tenemos con sus miembros, que es poco salvo con Venezuela y Cuba, ya está enmarcado en acuerdos bilaterales y en la CAN para el caso de Bolivia. Es, eso sí, una toma de posición política respecto de un modelo de integración diferente con componentes alternativos en materia política y social y de cuestionamiento con relación con EE.UU. La posición de ‘observador activo’ que manteníamos nos daba ya los beneficios sin necesidad de formar parte de la Alba.
¿Será precisamente esta toma de posición política la que hace que Washington se interese en este pequeño país que empieza a dar muestras de autonomía? Sabido es que tradicionalmente los países ‘bien portados’ con la potencia continental no merecen mayor atención y que los que dan señales de rebeldía, en cambio, sí son tomados en cuenta. Quizás ese sea el caso.
Al margen de ello, es atinado ir a Washington a decir con franqueza lo que esperamos de la relación bilateral en circunstancias en que parece que allá hay un cambio de conducta en política exterior. Hablar de comercio, cooperación, diálogo político es necesario. Y hay que hacerlo, además, desde una posición propositiva, con agenda propia.
Plantear el comercio para el desarrollo con ingredientes novedosos y no solo de libre comercio donde el margen de negociación es muy estrecho, es positivo; discutir sobre la cooperación en todo ámbito, incluyendo los más sensibles -narcotráfico, seguridad, migración, etc.- desde una actitud soberana, es necesario, e intercambiar ideas en el ámbito político es útil. Hay que inaugurar nuevas relaciones con Washington dentro de los innovadores conceptos que manejan los gobiernos de Obama y Correa, con respeto mutuo y la mirada puesta solo en nuestros intereses.
Por lo demás, tuvimos razón al expulsar a los dos diplomáticos estadounidenses. Implícitamente Washington así lo ha reconocido al no haber tomado retaliación alguna.