Christian Torres. Coordinador
El Puesto de Operaciones Avanzada de EE.UU. (FOL) está frío y desolado en medio de la calurosa Manta. Solo 37 militares estadounidenses pasean por las 577 hectáreas de la base que fue un enclave del Comando Sur en el control del narcotráfico en el Pacífico.
Aunque las autoridades son diplomáticas, los estadounidenses se van con desazón. En la cartelera ubicada en el pasillo del área de control de Bomberos hay una hoja con dos caricaturas: una hace referencia a un bebé manejando la Ulco y otra a una lápida, con un avión Awacs E-3 dentro: “La lucha antidrogas con líneas rojas”, reza en el mensaje, rodeado de murciélagos negros.
USD 2,2 millones
fue el costo anual para mantener operativo el FOL, según Estados Unidos.
Se refiere a la crisis de la extinta Unidad de Investigaciones Especiales de la Policía (UIES), que también recibía ayuda de EE.UU. y a la partida del FOL.
Hace apenas un año, el panorama en Manta era diferente. En julio de 2008, el Puesto operaba a ‘full’ y llegó a albergar hasta a 400 soldados dentro de sus 39 edificios (máximo podía recibir a 439 soldados, pero sin armas).
Un mes después, el Gobierno ecuatoriano cumplió su promesa de campaña y cerró toda posibilidad a una posible ampliación del convenio para el uso de la base. EE.UU. podía permanecer en Manta hasta noviembre de 2010, pero, tras aceptar la decisión ecuatoriana, adelantó su retiro. Ayer cumplió su última operación aérea y el 18 septiembre saldrá de la instalación.
Hace 11 años, EE.UU. apostó por una nueva idea para no instalar bases militares formales en la región. Quería puestos pequeños, que no signifiquen una puja política en los Congresos, pero ubicados en sitios estratégicos. Entonces, sus diplomáticos consiguieron acuerdos con Curazao, El Salvador y Ecuador.
En esas tres naciones se colocaron los llamados Puestos de Operaciones de Avanzada y el de ecuatoriano era el principal. Las razones: en Curazao y en El Salvador funcionan aeropuertos internacionales; pero en Manta básicamente hay una instalación militar y su uso comercial es local.
El último administrador del FOL de Manta, Patrick Curtis, confiesa que el puesto era estratégico en su labor. “Nunca hay mal clima para realizar operaciones aéreas y no cruzamos tierra para vigilar a sospechosos en el mar”.
Desde las bases de Manta y El Salvador, los Estados Unidos vigilaban una extensión similar al territorio de EE.UU. en el Pacífico.
Las operaciones eran dirigidas desde la Fuerza de Tarea Conjunta Interagencial del Sur, que se ubica en La Florida, y que reúne a fuerzas de 11 naciones americanas y europeas. Además, a las FF.AA. estadounidenses y a las Aduanas, DEA y FBI.
En las acciones de los FOL, durante nueve años, se decomisaron 1 758 toneladas de drogas, valoradas en USD 35 000 millones.
De esa información, Ana María Acosta, del Instituto Regional de Derechos Humanos (Inredh), cuestiona los beneficios que trajo el FOL de Manta a Ecuador. Sus críticas apuntan a que la cantidad de droga, dividida para los países participantes, resulta mínima.
Marta Youth, de la Embajada de EE.UU., sostiene que la importancia del FOL es verídica, pues las interdicciones aumentaron hasta alcanzar un crecimiento del 227% a mediados de este año. En Manta también hay un sabor agridulce del paso del FOL.
Miguel Morán, del Movimiento Toallí, recuerda que los políticos locales prometieron que la ciudad sería una réplica de Miami en el Pacífico, que tendrían alcantarillado y que cada militar traería a dos familiares de turismo.
Pero nada se ha cumplido, dice. Según Jacobo Jara, un pequeño empresario pesquero, la presencia estadounidense frenó a su sector. “Más de 80 barcos fueron hundidos, otro desaparecido. Yo tuve que vender mi barco”, narra.
Él cree que la vida en Manta es más costosa luego de nueve años y de la inversión en el sector de la construcción. Antes pagaba USD 50 por el alquiler de un puesto de venta cerca del mar; actualmente el arriendo oscila entre los USD 300 y los 500. “Ahora vivimos más violencia, el narcotráfico nos golpea cada día”.
Jorge Zambrano ha liderado el Municipio durante la permanencia del FOL. En 2000, él era cauto en torno a los beneficios que traería el puesto militar.
Ahora no ha cambiado de parecer. “Nunca se prometió un alcantarillado ni obras, porque no estaban en el convenio. El crecimiento de la ciudad es porque los empresarios locales empezaron a colocar su dinero en la urbe”.
El comandante Curtis sonríe cuando se le consulta sobre esas presuntas promesas. “Alcantarillado no estaba en el convenio”. Él asegura que el FOL inyectó USD 8,3 millones mensuales a la economía de la urbe. Ese dinero se calcula por sueldos de 168 empleados ecuatorianos, alimentación, pago de servicios, etc.
En todo caso, la ciudad tendrá la mejor pista del país. La infraestructura del puesto, es decir, edificios, quedará intacta. También dejarán 4 800 artículos (equipos de computación, electrodomésticos, muebles, vehículos…), destinados para la aviación y para otras organizaciones del país.
Curtis sostiene que se escandalizó su trabajo. Sobre los hundimientos de las embarcaciones pesqueras, el oficial extranjero asegura que ellos no tenían una influencia directa en esos acontecimientos. “Nosotros recibíamos una orden desde La Florida y sobrevolábamos un cuadrante definido en el Pacífico, en busca de embarcaciones. No teníamos un contacto directo con los barcos guardacostas de su nación”.
Dice que todos los detalles de las misiones, que llegaron a 5 800, fueron informados al Gobierno ecuatoriano.
Sin embargo, anteayer, el Régimen emitió una cadena nacional para dar su versión de la salida de los estadounidenses de la Base de Manta. El ministro de Defensa, Javier Ponce, nuevamente dijo que el Gobierno no tuvo un completo conocimiento de las actividades que realizaban los militares. El acuerdo contemplaba la supervisión de uniformados de la FAE.
Según el Régimen, el control antidrogas no disminuirá. La vigilancia aérea estará a cargo de la Marina, con aviones no tripulados (costaron USD 23 millones).
Son cuatro aeronaves Sercher y dos Heron, que son operadas desde tierra por militares especializados. El proyecto se complementa con lanchas rápidas para las interdicciones marítimas y tres bases flotantes ubicadas en Esmeraldas, Manabí y en El Oro.
Justamente ayer la Marina presentó la base que será colocada en las costas de El Oro. El Gobierno está convencido que con este proyecto suplirá al trabajo del FOL y también controlará el contrabando y el tráfico de personas.
Desde diciembre, Manta será la base de 24 aviones Súper Tucano, adquiridos a Brasil en USD 279,9 millones. Por eso, en la cadena oficial señaló que no había preocupación por la salida de EE.UU., sino que hay bienestar por recuperar la soberanía del país.