Fabiola Carrera Alemán
Como buena ecuatoriana, jamás me atrevería a pensar que morir fuera de los linderos patrios sea una buena opción.
Para alguien que ama entrañablemente su Patria, lo mejor es morir de pie en la tierra que le vio nacer, trabajando ardua y sacrificadamente por ella y defendiendo sus colores patrios.
Esta consigna, al ser juramentada, debe ser respetada por todo aquel que se considere ecuatoriano de verdad.
Y más aún si, por mandato popular, tiene la irrestricta obligación de amarla, respetarla y defenderla, más allá de intereses partidistas o políticas externas que lo inciten a cumplir un determinado rol fuera del país, aun a riesgo de su propia vida.
Morir en y por mi patria sería un verdadero orgullo y un ejemplo digno de ser imitado y no, por el contrario, dejar de lado obligaciones adquiridas exclusivamente para con la Patria e inmiscuirse en problemas ajenos, que, de lo que sabemos, en nada nos benefician.