La falta de hierro disminuye la oxigenación de las células y les impide producir la energía que el organismo necesita para funcionar bien. Por eso, la falta de este mineral es la causa más frecuente de la anemia. Esto puede deberse a una insuficiente ingesta de hierro, su mala absorción o a su excesiva pérdida.
En todos estos casos es importante conocer que existen dos tipos de hierro: el hémico es el de origen animal, por su semejanza con el hierro del cuerpo humano, se absorbe con facilidad; y el hierro no hémico es el de origen vegetal y de la yema de huevo, para que se asimile correctamente se requiere consumir a la par vitamina C .
Las principales fuentes de hierro son las carnes, en especial las rojas; las vísceras (corazón, hígado, riñón); los pescados, magros (lenguado, brótola) y grasos (salmón, caballa), y los mariscos. Las legumbres, frutas secas, frutas deshidratadas, verduras de hojas verdes y productos fortificados en hierro, como los cereales y los lácteos, son otras fuentes del mineral.
Para hacer combinaciones favorables para la asimilación del hierro no hémico incluya en su dieta cítricos como el kiwi, frutas rojas, pimiento o brócoli. El libro ‘Alimentos recomendados para la anemia’, de la colección El sabor de la salud, recomienda comer estos alimentos crudos y reunidos en una misma comida; por ejemplo, una ensalada de lentejas con pimientos y de postre una naranja. Además de estas recomendaciones, para evitar la anemia tome en cuenta que esta enfermedad también puede producirse por falta de vitamina B12 o de ácido fólico.
En el primer caso aparece cuando el organismo no puede absorber esta vitamina o no se ingieren los alimentos que la aportan, como las carnes, pescados, aves, lácteos, y huevos. Si la carencia es de ácido fólico, los glóbulos rojos pierden la capacidad de transportar oxígeno. Para ello es importante comer vegetales de color verde oscuro, semillas de girasol y germen de trigo.