No hay profesor al estado puro. La labor del profesor nunca es inocente; es intencional e intencionada. Su función es social, cultural y de hondas repercusiones en la conciencia de los estudiantes y en los conocimientos que dice ‘transmitir’.
La cultura de la evaluación es necesaria para identificar nuestras fortalezas y debilidadesEl profesor es un ser humano –como todos- que tiene virtudes y defectos, fortalezas y debilidades.
Lo que está claro es que el docente se ha preparado para formar personas que se consideran únicas, diferentes e irrepetibles. ¿Está realmente preparado?
Como tal, la misión del profesor no es ni buena ni mala, sino eficiente o no eficiente, ética o antiética.
Para ello se han fijado algunos parámetros con la ayuda de la Semiótica Didáctica –ciencia del signo y de los significados del discurso docente.
Estudios del discurso
El discurso didáctico ha sido analizado por varios investigadores: Foucault, Giroux, Gremias, Owen, entre otros. Hay aproximaciones pedagógicas, antropológicas, sociológicas y etnográficas, que intentan descifrar la comprensión del proceso de enseñanza y aprendizaje, con miras a mejorar la comunicación y establecer una tipología del profesorado.
Por discurso se entiende “el entramado lingüístico de palabras y frases, que permite expresar ideas, opiniones y estados afectivos”, según el profesor Valentín Martínez Otero.
En cuanto a la naturaleza del discurso, el mencionado autor coincide con Van Dijk (2000), en que hay que observar que el discurso es sobre todo verbal (mensajes manifiestos, perceptibles y cifrados mediante el lenguaje), aunque hay una conexión constante con la comunicación no verbal y para verbal (mensajes latentes u ocultos y semiexplícitos).
En otras palabras, “el discurso es también praxis, que equivale a interacción social”, según Van Dijk.
Un punto de partida es que el discurso forma parte del aula; por lo tanto, condiciona profundamente la calidad de la educación, según Martínez.
Pero no solo predomina el discurso del profesor; también los estudiantes son emisores de mensajes, cuando preguntan, responden, realizan tareas y presentaciones.
Taxonomía del profesor, según un análisis semiótico
Profesor-enseñante. Discurso preferentemente instructivo, orientado a la enseñanza. Es el docente tradicional. Le interesa los contenidos, antes que los aspectos afectivos, sociales, motivaciones y éticos. Tiene protagonismo y no favorece la participación de los estudiantes.
Profesor-progenitor. Predomina la vertiente emocional del discurso. Se interesa por los problemas y el desarrollo afectivo de los estudiantes, pero descuida los elementos técnicos de la educación. Desatiende la formación intelectual.
Profesor-presentador. Busca atraer a los estudiantes, llamar la atención. En casos extremos es un discurso vacío y débil. Se preocupa por la imagen, pero no promueve la formación integral de los estudiantes. Imita en ocasiones a los presentadores de televisión.
Profesor-político. Intenta ‘transformar’ la realidad, a través de un discurso propagandístico. Le interesa ganar prosélitos. El aula es un escenario ideal para expresar sus ideas y ser escuchado. Corre el riesgo de manipular a sus estudiantes.
Profesor-predicador. Es el clásico profesor aleccionador: que prepara sermones. Reprende a los estudiantes dentro y fuera de las aulas. Intenta cambiar las costumbres de los estudiantes, con una prédica incisiva. Propensión al adoctrinamiento.