Japón es una monarquía constitucional, en la cual las personas mayores de 20 años pueden votar en sufragio universal. Tradicionalmente el Emperador es un representante simbólico de la Nación, pero carece de poder real en asuntos de gobierno, tiene funciones meramente ceremoniales y cumple el rol de ser la cara pública del Gobierno.
En la práctica, es una democracia parcial o parlamentaria, el pueblo no vota por un Presidente, sino por los miembros del Parlamento y estos, a su vez, votan por un Primer Ministro, elegido de entre uno de ellos.
El tiempo que un Primer Ministro permanece en su cargo depende de por cuánto tiempo pueda mantener el apoyo de la mayoría del Parlamento, puede durar muchos años o tan sólo unos meses. A diferencia de otras democracias, como la de EE.UU. o el Reino Unido, donde coexisten dos partidos fuertes que se alternan en el poder, Japón tuvo hasta las elecciones de 2009 un partido dominante (el
Partido Liberal Democrático) que coexistió con otros partidos menores sin opciones reales de proponer a un Primer Ministro propio. Esta situación parece haber cambiado tras los últimos sufragios de 2009, en los cuales el Partido Democrático ha obtenido escaños suficientes como para originar una alternancia de poder.