Dimitri Barreto P. Editor de Judicial
Ecuador no tiene por tradición la lógica armamentista. Después del Cenepa, el de 2008 es el primer plan de compra de armas para modernizar a las FF.AA.
Pero esa limitada experticia en el mercado bélico no justifica la reacción del Comandante de la Fuerza Aérea Ecuatoriana, tras el accidente del helicóptero FAE-604 ocurrido el martes en Quito.
La ceremonia por los 89 años no se suspendió pese a que el helicóptero estrellado estaba a menos de 300 metros de la tribuna, en llamas. ¿Hasta dónde hubieran llegado las esquirlas si se producía una explosión? Hubo negligencia, porque no se precauteló la seguridad de militares y civiles como el vicepresidente, Lenín Moreno.
Más bien el Comandante de la Aviación lamentó que sus pilotos -los del FAE-604- se hayan dejado llevar por emociones y hayan perdido el control (un día después se retractó). Sabiendo la importancia de la palabra del líder, en una institución vertical, ¿por qué adelantó criterio?
La tragedia corrió el velo de presuntas irregularidades de fondo en la adquisición de la flota de helicópteros a la India. La FAE aceptó cinco de las naves (este año) pese a que no se ajustan a los requerimientos técnicos previstos.
¿Cómo asegurar que los helicópteros no requieren las certificaciones FAR y JAR de la Administración Federal de Aviación de EE.UU. (FAA)?
Sin esas licencias se pone en riesgo la Categoría 1 de la seguridad aeronáutica de Ecuador. De hecho, estos requisitos constaban en las bases que debían cumplir los oferentes.
La Comisión Técnica de la FAE determinó que tres naves tienen motores fabricados antes de 2008, y que la asignada al Presidente tiene cuatro hélices, cuyas características incumplen los requisitos.
La FAE no debió pasar por alto esos señalamientos. No basta con pedir piezas nuevas al fabricante. Hay omisiones que ponen en riesgo la seguridad nacional y la de personas, incluido el Presidente.