Redacción Quito
¿Recuerda una frase con la que haya conquistado a alguien o alguien le enamoró? Jubilados de la Plaza Grande, cantantes de Quito y hasta el alcalde Augusto Barrera recuerda, o al menos dicen, saber las palabras adecuadas para conquistar.
Byron Piedra, de 73 años, siempre recuerda una frase. Él es uno de esos caballeros que siempre utiliza la sal quiteña para dirigirse a una muchacha bonita o a su amada esposa Laura.
Piedra, casi a diario, se sienta en una de las bancas de la Plaza Grande y sonríe antes de revelar una de esas frases para enamorar a las quiteñas: “El cielo se está abriendo, porque los ángeles están caminando en las calles”.
Piedra asegura que conquistó a más de una mujer, aunque en ocasiones algunas le tomaban más trabajo que otras. Las frases pueden arrancar una sonrisa, un suspiro y hasta un enojo…
A Chelo, trompetista de la banda quiteña Papá Chango, le tomó más de cinco minutos pensar en un piropo ayer. Con un poco de nervios y con sus ojos un poco perdidos en el cielo, Chelo repasaba mentalmente todas las frases y piropos que había usado antes de recitarla: “Quisiera romper tu sombra en mil pedazos para que en la noche te sientas sola y me extrañes…”. A este músico quiteño no le gusta decir frases trilladas, sino más bien palabras que puedan llegar al corazón.
En eso coincide Carlos Velasco, de la misma agrupación. Él cree que los piropos deben ser especiales y hasta románticos.
Con un poco de timidez y sonrojo, pero en menos de un minuto, el cantante Fausto Miño recordó un piropo que le ha dado buenos resultados a la hora de enamorar. “¿Me prestas tu celular? Es que mi mami me dijo que la llame cuando me enamore”. Con este piropo el cantante de Usted es hermosa ha arrancado más de un suspiro.
Aunque este piropo ya existía hace muchos años, Miño lo adaptó a la realidad actual, ya que antes hablaba de una moneda para llamar, ya que los celulares ni siquiera existían. El que sí dijo que sabía frases bonitas para las damas y nunca las dijo fue el alcalde Augusto Barrera. Se puso nervioso, pero no se acordaba un piropo.