Jaime Ordóñez Pallares
En el programa ‘30 Minutos Plus’ del pasado sábado 21, se presentó un amplio documental sobre el porqué de los apagones que ahora tienen al país sumido en un caos insoportable…
De tal documental que estuvo respaldado por exposiciones de presidentes y funcionarios de gobiernos anteriores presentados en videos de la época, se deduce que estos gobiernos en una u otra forma, sí contribuyeron para prevenir la falta de generación eléctrica, aunque evidentemente, como es de conocimiento general, no hicieron todo lo que debieron y pudieron haber hecho.
Pero igual cosa sucede con el Gobierno actual, que está tomando medidas con retraso y sin haber utilizado, como debió haberlo hecho, la enorme disponibilidad económica obtenida cuando el precio del petróleo llegó a límites jamás registrados en la historia del país e infinitamente superior a las disponibilidades con las que contaban los anteriores.
Mal hace, por consiguiente, en endosarles toda la culpa a ellos, cuando obviamente él es también parte del problema. Lo que sí debe establecerse de inmediato con o sin apagones, es una “política de Estado” que imponga el ahorro y que comprenda, entre otras cosas, una campaña permanente de concienciación y la prohibición absoluta de toda clase de anuncios publicitarios nocturnos, que son una de las principales causas de un gran desperdicio de energía
ANTES DE LA MORDAZA
Mario García Gallegos
Cuando en su campaña el actual Presidente planteó a la nación la necesidad imperiosa del cambio, recibió el multitudinario respaldo del pueblo ecuatoriano.
Es así como en forma sucesiva sus propuestas fueron aceptadas en las urnas en forma clamorosa, porque mirábamos en él la concreción del anhelo y la esperanza de la patria profunda, para ello se planteó como necesidad fundamental estructurar una nueva Constitución Política del Estado y el pueblo dijo que sí.
El Presidente y el grupo rosa se han olvidado de sus propósitos, porque azorados vemos la galopante metamorfosis de la élite gobernante. Qué diferente es el joven sonriente y respetuoso que alzaba en sus brazos a los niños del pueblo, el que estrechaba la mano de la gente y comulgaba con los indios de Zumbahua convertido hoy en vociferante repartidor de insultos y denuestos en las interminables cadenas oficiales y en las sabatinas itinerantes donde derrocha su ironía para calificar acremente al “pelafustán o ignorante” al periodista, indio, pelucón o maestro que atreve a pensar diferente.
Aparte de la falta de respeto, sorprenden y escandalizan las siniestras vinculaciones con el extremismo internacional que hoy considera al Ecuador como parte de sus predios; son preocupantes los convenios con Irán, centro visible del terrorismo que conspira contra la paz y la supervivencia de la humanidad. Es condenable la estrecha amistad con el histrión y tirano de Venezuela que mantiene en vilo a la comunidad mundial con su delirio paranoico contra el imperio y ser la reencarnación de un Bolívar comunista.
Inquieta igualmente la serie interminable de escándalos y que no son invento de la oposición pelucona ni de la prensa corrupta, enumeremos brevemente unos cuantos: los clandestinos Pativideos; las posibles vinculaciones de un ex Ministro de la política con la narco guerrilla, el caso Chauvín; el rompimiento unilateral de contratos hidroeléctricos; el vergonzoso y trágico drama de Caín y Abel; las compras ideológicas a Cuba, donde no existe ni papel higiénico, los helicópteros adquiridos en el país de los encantadores de serpientes, los contratos con China; el viaje a Inglaterra a dictar conferencias magistrales en auditorios semivacíos y, a Rusia con amor a vender claveles y rosas donde siempre nos compran; el hostigamiento sistemático a nuestros mercados naturales como Colombia y EE.UU. y el conjunto de leyes estatizantes para enjaular a la democracia y desalentar a las inversiones productivas fuentes de empleo y bienestar: las reformas legales han favorecido a la delincuencia, así lo señalan las estadísticas.
Jamás el Ecuador ha soportado una situación semejante. Hoy en el rostro anónimo de la gente que pasa por la calle se dibuja un rictus de impaciencia contenida, como el tizón que en la fragua aguarda convertirse en llamarada. Finalmente recordemos que el pueblo es el que manda, el mandatario, el que cumple y obedece el sagrado mandato popular. Hablemos hoy antes que nos pongan la mordaza.