Redacción Guayaquil
Apenas puede moverse. Las vendas cubren el cuerpo desde la cintura a los pies. Recostado en una cama del hospital Francisco de Icaza (Guayaquil), el pequeño Marco Antonio, de 7 años, se recupera de un accidente que le dejará huellas. “Jugaba con unos niños afuera de la casa. Brincaban una llama que dejó el vecino que quemaba basura. Lo empujaron y como es pequeño no pudo brincar… Se le prendió todo el pantalón”, cuenta Gladys Morán, su mamá.
Otras historias similares resuenan en el área de quemados. Los murmullos de los padres que aguardan junto a la puerta contrastan con el llanto de los pequeños durante las curaciones.
Medidas preventivas
Nunca permita que los niños permanezcan solos en la cocina o en el baño. Manténgalos alejados de cualquier elemento caliente, inflamable y de fósforos.
Cocine preferentemente en las hornillas traseras, con los mangos de las sartenes hacia adentro. Sea cuidadoso al freír.
No tenga tomacorrientes expuestos al alcance de los niños. Mantenga desenchufados los artefactos eléctricos cuando no los estén en utilizando.
La doctora Pilar Guerrero, encargada del área, explica que en lo que va del año se han registrado 122 accidentes, en su mayoría en niños menores de 5 años. “Hay descuido de los padres. El 80% de los niños viene por quemaduras con ollas, agua o sopa hirviendo”.
La especialista asegura que en los últimos cuatro años los casos han aumentado. En 2006, por ejemplo, hubo 53 pacientes. En 2007 se reportaron 87 casos y el año pasado atendieron a 105.
Guerrero cree que este año la cifra podría duplicarse. “Aún falta diciembre, uno de los meses que registra los picos más altos porque los niños juegan con fuegos artificiales, en especial con chispeadores y terminan quemándose”.
La especialista asegura que las quemaduras no solo dejan cicatrices en la piel, sino también psicológicas. La recuperación es larga. Los niños son sometidos a operaciones de injerto de piel y deben usar por meses mallas especiales para atenuar las huellas.
Tras el vidrio que divide el área de quirófanos del pasillo, Vanessa Bolaños y Óscar Quinto esperan noticias de su hijo Óscar, de 4 años. El pequeño tiene quemaduras en el 100% de su cuerpo.
“Salimos a trabajar. Un pariente estaba arreglando una bicicleta y tenía un balde con gasolina. Nos dicen que el niño estaba cerca y la gasolina le cayó encima…. se acercó a una chispa y se prendió…. No sabemos qué hacer, los doctores nos dicen que está grave”, cuenta entre lágrimas Quinto.
Una quemadura es una lesión de los tejidos producida por contacto térmico, químico o físico. Ocasiona destrucción celular, edema o inflamación y pérdida de líquidos por destrucción de los vasos sanguíneos.
La gravedad depende del grado de penetración. Las quemaduras de primer grado son las que afectan la capa superficial de la piel, produciendo enrojecimiento. Las de segundo grado se detectan a nivel de la dermis y pueden producir ampollas. Las de tercer grado son más profundas.
La Sociedad Ecuatoriana de Quemaduras (Seque) tiene una campaña para prevenir este tipo de accidentes. Su presidenta, Priscilla Alcócer, explica que se han dado charlas a niños y adultos. La idea es advertir sobre los riesgos más frecuentes.