Todo comienza con la tarde del 31 con la clásica letra del “yo no olvido el año viejo” (puede ser en la radio local, el mp3 o hasta la Internet), la familia y entre los tantos preparativos del hogar, la cuidadosa elaboración del muñeco. En algunos casos la rapidez con la que suceden los hechos y las múltiples actividades obstaculizan la posibilidad de dedicarse a esta costumbre llena de significaciones. En estos casos le tenemos buenas noticias. Se trata de una de las divertidas propuestas que nos presenta el colectivo lucid@demente, conformado por Carolina Enríquez y Tomás Bucheli. Los dos, estudiantes de la Facultad de Artes de la Universidad Central del Ecuador, idearon una forma para conservar una de las tradiciones populares que caracteriza la forma de festejar el cabo de un año en el Ecuador. “Pensamos en hacer algo para la temporada. Con Tomás conversábamos sobre las personas que pasan solas estas fechas o que viajan y de una u otra manera se van perdiendo las prácticas.
“La idea es
trabajar en algo que recupere las tradiciones populares”, (Lucid@demente).Entonces, inventamos los ‘viejos de bolsillo’. Lo chévere es que son más personalizados, más manuales y tienen la opción de ponerle la foto de quien quieras en vez de la máscara”, explica Carolina.
El proceso para darle paso a su creación empezó por una investigación: “Investigamos y nos enteramos de un millón de cosas alrededor del tema del año viejo. Entre ellas, una que dice que si como personaje de esta quema simbólica escoges a un familiar le darás suerte”.
Pero los que practican este hábito saben que no sólo es la quema de la figurilla, se necesitan de otros implementos para complementar este especial rito. Para esto Tomás cuenta que concluyeron en que “todo tenía que ser completo para que se lo pueda quemar en cualquier lugar. Por eso aumentamos los accesorios que consisten en el líquido encendedor, los fósforos, la lija y si es que quiere una especie de juegos pirotécnicos en miniatura”.
Los minimonigotes están rellenos de aserrín. Su pequeña ropa está hecha de retazos reciclados y los detalles están pintados a mano. La carita es el único lugar libre. El objetivo es que se pueda colocar una foto o pegar la cara de quien sea. Sólo tienes que recortarla y pegarla. Lo importante es recalcar la idea purificadora del fuego. Las malas cosas que se queman para que no vuelvan más.
Entre otra de las ventajas que Carolina rescata es que “esta vez será más fácil saltar sobre el monigote” (risas).
Si está en otro país, piensa viajar, la va a pasar solo, o simplemente quiere obsequiar un año viejo, no dude en adquirir el kit completo. Lo puede quemar en la chimenea, en el patio de la casa, incluso en la hornilla.
El lugar donde puede adquirir los simpáticos monigotes de cabello de lana es el cajón de artistas, un lugar en el que se exhiben y comercializan obras de arte con precios acequibles a toda la comunidad. Si prefiere encargarlos puede hacerlo al (593) 02 3815714.