Cabe formular fervientes votos porque el proyecto de Ley de Comunicación que cursa en la Asamblea Nacional no prospere. Como bien anota el Rector de la Universidad San Francisco, es inconcebible que en pleno siglo XXI se pretenda colocar un filtro -o mordaza- a la libre expresión de la gente; pues el intento actual de los políticos oficialistas no es solo controlar a la prensa y a los periodistas, sino a todo ciudadano que discrepe con el Poder. Buena muestra es el uso de la ley penal contra trabajadores de Guayaquil por falta de respeto al Presidente y boicot. Es seguro que el Poder pretenda usar la mordaza mediante leyes y reglamentos, pero algunos que operan por su cuenta se aprovechan del clima creado por el Poder para cometer actos incluso terroristas como la bomba colocada en el canal 4 de TV, en Quito.
La Revolución Francesa de hace 216 años proclamó, como número uno, que: “Los hombres nacen y permanecen libres e iguales en derechos”. Y un poco más tarde, ya a nivel mundial, el 10 de diciembre de 1948 la Asamblea General de las Naciones Unidas en su Declaración estableció con vigencia planetaria, en el art.1: “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”.
Es contradictorio que mientras la Constitución aprobada por la mayoría de los actuales asambleístas estableció, en el art. 18 que: “Todas las personas en forma individual o colectiva tienen derecho a: 1.-Buscar, recibir, intercambiar, producir y difundir información veraz, verificada, oportuna, contextualizada, plural sin censura previa acerca de los hechos, acontecimientos y procesos de interés general y con responsabilidad ulterior”; hoy, pretendan crear la llamada ‘mordaza’. ¿Retrocederíamos al año 1932 cuando se produjo la sangrienta guerra de los cuatro días, en Quito, en la cual partidarios del Poder usaban -como grito de combate- la terrible frase: El que ronca, mama; y el que saca la cabeza, muere? Más de mil quiteños perecieron en esa aventura, en la que intervinieron cuarteles militares, además de civiles.
Escuchemos estos conceptos del ex presidente democrático Rodrigo Borja Cevallos, sobre el fascismo: “… Regimentación vertical de la sociedad a través de la agremiación, dirigida y controlada por el Gobierno; idolatría del Estado, nacionalismo enfermizo, control absoluto de los medios de comunicación, desconocimiento de los derechos humanos, supresión de las libertades, desconstitucionalidad del Estado, violencia como método de lucha política, expansionismo territorial e ideológico, erección del Estado totalitario y concentración de todo el poder en una sola persona: la del Duche, del Führer, o del caudillo”. ¿O del Presidente “democrático”? ¿O del populismo?